LIMPIAR LA CASA, PERO EN SERIO
Fotografía: Víctor Hugo Moreno |
“Vamos a limpiar la casa”, dijo Héctor Yunes Landa este
lunes 25 de enero al registrarse como precandidato único del PRI a la
gubernatura del estado de Veracruz.
En su discurso, el senador con licencia aseguró que “no
me tiembla la mano, pero tampoco me mueve el odio. Estoy listo y estoy
limpio. No tengo en mi pasado hechos que me avergüencen. Víctimas que me
señalen. Riquezas que empañen el nombre que voy a heredar a mis hijos”.
Con estas palabras, Yunes Landa marcó una ligera,
ligerísima distancia con el actual régimen e incluso con su primo hermano,
Miguel Ángel Yunes Linares, quien será el candidato de la alianza PAN-PRD, que
este mismo lunes quedó finalmente concretada al aprobarla el Comité Ejecutivo
Nacional panista.
Pero Héctor Yunes tendrá que hacer mucho más que
asegurar, de dientes para afuera, que va a limpiar la casa y las calles de la
entidad. A día de hoy, la casa está ennegrecida por el cochambre indeleble de
una brutal corrupción. Y las calles están manchadas por la sangre de los cientos
de veracruzanos que sucumbieron por la bestial violencia prohijada por una
clase política vinculada, cómplice, de la delincuencia.
Héctor Yunes sabe perfectamente que a su alrededor “revolotean”
muchos de los “pájaros de cuenta” que escribieron el guión y fueron actores
principales de la historia del más lamentable sexenio del que se tenga memoria
en Veracruz y que pretenden, de ganar el PRI y sus satélites los comicios del
próximo 5 de junio, “dar el salto” a su gobierno como si nada hubiera pasado.
Como si doce años de fidelismo depredador no hubieran sucedido.
Tan lo sabe que en su equipo cercano busca incorporar priistas
cuya imagen no represente lo mismo que los fidelistas, empezando por el senador
José Yunes Zorrilla, quien rompió políticamente con Javier Duarte y Fidel
Herrera desde que éstos lo traicionaron y reformaron la ley para establecer la
gubernatura de dos años, y desde entonces se mantuvo congruente con esa línea;
o el diputado local Ricardo Ahued Bardahuil, quien ha votado en contra de
varias iniciativas del gobierno duartista con las que ha estado en desacuerdo y
que todo indica será su coordinador de campaña.
Pero siguen ahí los diputados federales Alberto Silva,
Erick Lagos, Adolfo Mota y Jorge Carvallo, cuya militancia fidelista les es
imposible ocultar o borrar; el último incluso amagó hasta el final con
registrarse como precandidato y echar a perder la mascarada de una “unidad”
forzada desde el Altiplano.
A la dirigencia estatal del PRI llegará Amadeo Flores
Espinosa, el ex procurador del gobierno de Javier Duarte que dejó en la
impunidad el crimen de Regina Martínez y los de cientos de veracruzanos más y
que representa al más arcaico priismo, que pasan los sexenios y se aferra a
mantenerse viviendo del presupuesto.
Duartista “pura” según sus propios dichos y hasta hace
poco aliada del malogrado proyecto de Alberto Silva, la ex vocera y actual
presidenta estatal de la Fundación Colosio, Gina Domínguez Colío, ahora se
presenta completamente “hectorizada”, con todo y que desde su agencia noticiosa
Quadratín Veracruz le “atizó” con todo a los críticos de Javier Duarte, el
propio Héctor Yunes Landa incluido.
Sin duda, ir a la campaña y a la elección con su partido
unificado en torno suyo es indispensable para que Héctor Yunes aspire a ganar
la contienda. Pero la mera unidad no lo es todo. Muchos de los que ahora dicen
apoyarlo lo traicionarían con los ojos cerrados. Y mantenerlos como “aliados”,
aunque fuera por mera conveniencia político-electoral, daría la imagen de una continuidad
asociada con impunidad que definitivamente le restaría los votos de todos los
ciudadanos veracruzanos que han sido agraviados por los fidelistas, y que se
cuentan por miles.
Si de verdad quiere ser gobernador de Veracruz, Héctor
Yunes debe limpiar la casa, la suya, desde ahora.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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