LOS ÚLTIMOS 15 MESES
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Fotografía: Yerania Rolón |
Exactamente dentro de 15
meses, Javier Duarte de Ochoa ya no será gobernador del estado de Veracruz.
El 1 de diciembre de
2016, entregará el poder a su sucesor. Y a partir del día siguiente, será un
ciudadano más, sin el fuero en el que dice no escudarse pero al que ni por
equivocación renuncia.
Tras casi cinco años de
desatinos, de corrupción, de fraudes, de muerte y dolor, una espera de 15 meses
pareciera ser poco tiempo. Podría pensarse que Veracruz y sus ocho millones de
habitantes, cuya honorabilidad Javier Duarte dice “representar”, sólo tenemos
que aguantar lo que popularmente se conoce como “el último jalón” para que
termine la pesadilla de este sexenio.
Sin embargo, estos 15
meses podrían ser los peores, sobre todo cuando ante la posibilidad real de
tener que entregar el poder a un enemigo político, de su mismo partido o de uno
de oposición, y quedar de esa manera expuesto a ser llamado a cuentas, el
gobernante en declive se resista a ello echando mano de sus peores armas, la
violencia incluida. Los últimos meses de Javier Duarte al frente de la
administración estatal pueden llegar a ser dantescos. Y hay elementos de sobra
para pensar así.
Desprestigiado a nivel
mundial, repudiado por la mayoría de los habitantes de la entidad, sin ningún
futuro en la política, lo único que le interesa a Javier Duarte en estos
momentos es que quien sea el siguiente ocupante de la gubernatura de Veracruz
no lo meta a la cárcel. Y en ese afán, está dispuesto a lo que sea para acallar
las críticas a su desempeño como gobernante.
En esta semana ha dado
señales claras de lo que viene. Si al inicio de su sexenio Duarte metió a la
cárcel a dos tuiteros por propalar rumores -aunque en realidad fue por las
críticas en su contra en las redes sociales- ahora amenaza con proceder
legalmente contra quienes lo “difamen”.
El encargado de soltar la
amenaza fue el secretario de Gobierno Flavino Ríos Alvarado, quien anunció que
el gobierno estatal analiza la posibilidad de demandar por daño moral a quienes
responsabilizaron a Javier Duarte del asesinato del fotoperiodista Rubén
Espinosa y otras cuatro mujeres. Quién sabe cuántas millones de demandas
tendrán que presentar, por cierto.
El trasfondo y el real
peligro detrás de esta bravata es que, no tardando, también “analizarán”
proceder penalmente contra quienes denuncien los actos de corrupción del
gobierno estatal, que no porque las autoridades federales no actúen en cumplimiento
de su deber no quiere decir que no se cometieron, pues están documentados.
Los últimos 15 meses del
gobierno de Javier Duarte se vislumbran como los de una espiral represiva, de
cierre de espacios para la crítica y la libertad de expresión. De una andanada
judicial contra quien ose señalarlo. De mayor violencia. De persecución. De un
gobernante herido en su ego que no busca quién se la hizo, sino quién se la
pague.
Faltan 15 meses, que pueden
ser una verdadera eternidad.
En el norte, policías acribillados
Mientras tanto, en el
estado donde está todo bajo control, cuatro policías fueron acribillados a
mansalva en Papantla, en la “blindada” zona norte.
Esa terca realidad que
insiste en explotarles en la cara.
Twitter: @yeyocontreras
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