EL DESPLOME DE LA SEGURIDAD
Así como sucede con la economía, una
de las áreas estratégicas del país que se le están saliendo de todo control al
Gobierno Federal es la seguridad.
El resurgimiento de la violencia
criminal en buena parte de México ha sido evidente en las últimas semanas, y ha
sido de tal intensidad, que no ha podido ser ocultada por los medios, que
durante todo el primer año de gobierno de Enrique Peña Nieto minimizaron el
tema con el propósito de dar la sensación de una acción eficaz para tratar este
problema.
Así, vemos cómo ya sea en Tamaulipas o
en Guerrero, en Michoacán o en el Estado de México, en Jalisco o en Veracruz,
las balaceras, los secuestros, las persecuciones, los asaltos violentos, las
extorsiones y los asesinatos vuelven a generalizarse, mientras que las abúlicas
autoridades de los tres niveles de gobierno buscan tapar el sol con un dedo al
asegurar que hay plena seguridad para la población, en un vano intento por
ocultar su ineptitud o, en el peor de los casos, su colusión con los
criminales.
Pero no lo logran. La percepción
general de los mexicanos es que cada día crece más la inseguridad en todo el
territorio nacional, tal como lo refleja la Encuesta Nacional de Seguridad
Pública Urbana (ENSU) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI)
correspondiente al primer trimestre de 2014.
De acuerdo con este ejercicio
demoscópico, en
términos de delincuencia, 72.4 por ciento de la población de 18 años y más
consideró que vivir en su ciudad es inseguro, lo que representa un incremento
de 4.4 puntos porcentuales en
comparación con el levantamiento de diciembre de 2013, cuando el resultado fue
de 68 por ciento.
Asimismo, 27.6 por ciento de la población
encuestada que reside
en las ciudades objeto de estudio opinó que en los próximos 12 meses la situación de la delincuencia
en su demarcación empeorará, 37.3 cree que seguirá igual de mal, 15.4 consideró
que mejorará y 18.7 por ciento afirmó que seguiría “igual de bien”. Estos datos
también revelan una disminución en la expectativa de que “mejorará” la
seguridad pública, caso contrario de la opinión acerca de que la situación
“seguirá igual de mal” y de que “empeorará”, en comparación con el último trimestre
de 2013.
Todo lo anterior ha incidido
negativamente en la forma de vida de la población; 65 por ciento manifestó que
en los últimos tres meses, “por temor a sufrir algún delito” dejó de llevar
consigo objetos de valor como joyas, dinero o tarjetas de crédito; 50.8 por
ciento cambió sus rutinas cotidianas como caminar cerca de su vivienda después
de las ocho de la noche; 47.6 modificó sus hábitos respecto a que salgan de sus
viviendas sus hijos menores; y 30.6 por ciento cambió rutinas relativas a
visitar parientes o amigos.
Y como cereza del pastel, la encuesta indica
que 70.2 por ciento de los encuestados califica como poco o nada efectivo el
desempeño de las policías estatales y municipales en la prevención y combate a
la delincuencia.
La ENSU explica que la
sensación de inseguridad y las expectativas sociales al respecto se generan por
elementos como “la atestiguación de conductas delictivas y antisociales que
ocurren en el entorno de la población” y añade que “el temor al delito tiene
impacto en las rutinas de la población y en la percepción que se genera sobre
el desempeño de la policía”.
La ENSU fue aplicada en 32
ciudades del país, 25 de éstas capitales de igual número de entidades
federativas, el Distrito Federal y seis ciudades de 100 mil habitantes o más, a
saber, Tijuana, León, Acapulco, Cancún, Tampico y Veracruz.
Los datos y los hechos están ahí,
fríos, duros, sin necesidad de incluirles mayores calificativos. Las que se
califican solas son las autoridades que, cínicas, niegan la realidad.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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