SI NO PUEDEN, RENUNCIEN
Foto: Sergio Balandrano |
Si en Veracruz de verdad
quien la hiciera, la pagara, como se expresa en la propaganda oficial, Arturo
Bermúdez Zurita y Amadeo Flores Espinosa ya no estarían en sus cargos dentro
del gabinete de Javier Duarte.
Su actuación al frente de la Secretaría de Seguridad
Pública y de la
Procuraduría General de Justicia del Estado, respectivamente,
ha sido, por decir lo menos, desastrosa. Y ni siquiera es algo reciente. Las
pifias, las omisiones y las agresiones abiertas han marcado ambas gestiones
prácticamente desde que iniciaron.
A Flores Espinosa, quien sí
contaba con experiencia previa en el terreno de la seguridad pública y la
procuración de justicia, lo perseguirá para siempre la impunidad en el asesinato
de Regina Martínez, cuyo caso fue llevado a límites vergonzosos cuando, ante la
falta de pruebas que lo incriminaran, el único detenido por el homicidio de la
comunicadora fue puesto en libertad por el Poder Judicial del Estado.
El tema con Bermúdez Zurita
va más allá. Habilitado como secretario de Seguridad Pública tras la renuncia
del general Sergio López Esquer –quien huyó del estado luego de sufrir un
atentado del crimen organizado, y que muchas explicaciones le debe a los
veracruzanos de su actuación desde el sexenio de Fidel Herrera–, desmanteló las
policías municipales por su colusión con la delincuencia y se dedicó a la
creación de un nuevo cuerpo de seguridad estatal “científico, acreditable y
certificado” que, al llegar al cuarto año del gobierno, la única diferencia que
ha hecho con lo que había es que tiene permiso para agredir a quien se le pegue
la gana, porque si hablamos de sus resultados, éstos son nulos.
El secuestro del reportero
Gregorio Jiménez de la Cruz
en Coatzacoalcos es prueba de tal ineficiencia. Tras el plagio del comunicador,
se desplegó, como nunca antes en un caso similar, un intenso operativo de
búsqueda en toda la zona sur de Veracruz. La policía –más de mil elementos,
según el secretario de Gobierno Erick Lagos– “peinó” Coatzacoalcos, Las Choapas
y Agua Dulce con lujo de fuerza. Pero a cinco días del “levantón” de Gregorio,
nada se sabe de él.
A lo anterior hay que
agregar una nueva ola de inseguridad del fuero común que asuela el territorio
veracruzano. En las principales ciudades, donde se supone habría mayor
vigilancia, los asaltos a casa-habitación y a mano armada a transeúntes y
comercios se multiplicaron exponencialmente, mientras el discurso oficial se
llena la boca diciendo que en Veracruz se recuperó la tranquilidad y que no hay
que “hablar mal del estado”. Como si el estado tuviera la culpa.
La noche del jueves de la
semana pasada, al inicio de las pesquisas sobre el secuestro de Gregorio
Jiménez, el secretario de Gobierno Erick Lagos, la vocera estatal Gina Domínguez
y el procurador Amadeo Flores –inexplicablemente Arturo Bermúdez no se
presentó– convocaron a una reunión con reporteros de Coatzacoalcos para
ofrecerles “garantías” en el ejercicio de su actividad, en la sala de cabildo
del ayuntamiento.
Valientemente, los
compañeros comunicadores sureños protestaron por el clima de agresión,
intimidación y violencia contra el gremio en la región, y mostraron una
pancarta cuyo texto resume su posición y la de la mayoría de los veracruzanos:
“Exigimos justicia. Si no pueden, renuncien”.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
Si así fuera mi amigo,,,El mismísimo Javier Duarte,,, debiera estar tras las rejas,,,,
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