VIENTOS GOLPISTAS
Como
era de esperarse, la cantada invalidación de una parte del bodrio legislativo
llamado “Plan B”, con el que el lopezobradorismo pretende desfondar a los
órganos electorales, provocó una reacción furiosa del régimen en contra de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación y, con especial rabia misógina, contra
la ministra presidenta Norma Piña.
Sin
mayores argumentos para defender el desaseo con el que la mayoría obradorista
ha sacado éstas y otras leyes en el Congreso de la Unión, y que es el punto
central de la anulación de la reforma electoral motejada como “Plan B”, los
voceros, textoservidores y hasta altos funcionarios de la “4t” salieron a las
redes a acusar, por un lado, una inexistente violación a la división de poderes
porque según ellos, la Corte sustituyó al Poder Legislativo; y por otra parte,
a farfullar sobre que a los legisladores los eligió la mayoría del “pueblo”
mientras a los ministros no. Otra perogrullada.
No
hay ninguna violación a la división de poderes. La Suprema Corte simplemente
hizo uso de una de sus facultades legales, que es el control constitucional. Esto
es, que una de sus principales funciones es garantizar que las leyes no se
opongan o quebranten la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos,
que es el máximo ordenamiento jurídico del país.
Lo
que los nueve ministros que anularon el “Plan B” resolvieron es que ese primer
paquete de reformas político-electorales es inválido por las evidentes violaciones
al procedimiento legislativo en que incurrieron los diputados y senadores, al
votarlas sin deliberación, sin análisis en comisiones y, lo más grave, sin
siquiera haberlas leído primero, prueba de la brutal abyección y falta de
probidad de los “levantadedos” legisladores obradoristas.
El
otro “argumento”, el de que las supuestas mayorías que respaldaron con su voto a
los legisladores debería volver intocables sus reformas, por torpes e ilegales
que sean, movería a la carcajada de no encerrar ese espíritu autoritario tan
característico de Morena y del obradorato, que busca aplastar y borrar a las
minorías, olvidándose de cuando ellos mismos estaban del otro lado de la mesa.
Y
es eso precisamente, el gen autoritario incubado en su ADN priista, lo que está
brotando como pus desde el régimen, que amenaza, amaga y juega con la idea de
dejar de respetar de una vez por todas las reglas del juego para inventar uno
nuevo -que en realidad es bastante viejo y arcaico-, en el que solamente ellos
ganen.
Comentarios
Publicar un comentario