AUTORRETRATO DE UN RÉGIMEN
Fotografía: archivo |
En los últimos días hemos sido testigos de la
manera en la que el régimen de la autoproclamada “cuarta transformación” se ha
comenzado a radicalizar abiertamente. Y a descarar su verdadero cariz
autoritario.
La aberrante respuesta “diplomática” que el
presidente Andrés Manuel López Obrador escribió con los intestinos llenos y
envió al Parlamento Europeo, además de servirle como un gran distractor para
desviar el clima de la opinión pública de los temas que le incomodan –la
inflación galopante, el aparente conflicto de interés de su hijo José Ramón con
contratistas de Pemex, la corrupción en la Fiscalía General de la República y
el servilismo del Poder Judicial, por mencionar algunos-, refleja ese
endurecimiento del discurso que ya se expresaba sin muchos reparos hacia el
interior, pero que ahora mostró en el exterior con total claridad el tipo de
gobierno que hay en México.
Y ése es un gobierno cada vez más arbitrario
y abusivo, que está apretando fuertemente los canales para limitar el ejercicio
de la libertad de expresión y que se prepara para asestar un “zarpazo” contra
los organismos e instituciones, públicos y privados, que se interpongan en sus
objetivos.
Baste observar cómo han violado cínicamente todas
las restricciones constitucionales en torno de la promoción de la consulta de
revocación de mandato, que en sí misma forma parte de la trampa que se le ha
tendido a la democracia en México, pues su verdadero objetivo es “reventar” al
Instituto Nacional Electoral, como ya lo adelantó el dirigente nacional de
Morena, Mario Delgado, al pedir una reforma electoral “fast track” apenas
concluya la farsa del próximo 10 de abril.
Tan al vapor como el decreto que se aprobó en
la Cámara de Diputados la semana pasada para “interpretar” los alcances de lo
que dice la Constitución –invadiendo además las atribuciones de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación- en materia de la prohibición a los funcionarios
públicos para la difusión de propaganda política. Bodrio que si llegara a
perdurar, permitiría que el gobierno se entrometiera totalmente no solo en
consultas “populares”, sino en las elecciones constitucionales para cualquier
cargo público.
En medio de todo esto, la violencia aumenta
en todos los órdenes, incluida la que se ejerce en contra de periodistas,
medios de comunicación y cualquier voz que aún se atreve a señalar los constantes
abusos que desde el poder se cometen contra los ciudadanos.
Aunado a los asesinatos de reporteros –siete
solamente en lo que va de 2022-, el propio presidente López Obrador alienta un
clima de linchamiento en contra de los comunicadores que lo critican y exhiben
las miserias de la “4t”, al grado que se les ha colocado el “sambenito” de
“golpistas” y casi casi de traidores a la patria.
Porque claro, como ya se atrevieron a decir
sus abyectos legisladores, la patria es él, cual delirio monárquico a lo Luis
XIV, el emperador francés que acuñó la frase “el Estado soy yo” casi con el
mismo tono despótico con que siglos después el presidente de México se dirigió
al Parlamento Europeo, que lo único que hizo fue pedirle que cumpla con los
compromisos contraídos por el país a nivel internacional para la defensa de la
libertad de expresión y para dar garantías al ejercicio libre del periodismo.
Compromisos que López Obrador incumple y deshonra todos los días desde el
“cadalso” en que ha convertido sus conferencias mañaneras.
Y es apenas el principio. La infame carta a
los eurodiputados fue una especie de “autorretrato” del régimen
lopezobradorista, con todos sus mitos, prejuicios, falacias y mentiras.
Conforme se acerque el 2024, la radicalización se intensificará.
Exhibidos
La liberación -ordenada por un juez federal-
del productor audiovisual César Herrera Víquez –acusado de pertenecer a una banda
de secuestradores, sin pruebas, para no variar, por la policía ministerial- es
una muestra más de la suciedad que impera en el sistema de procuración e
impartición de justicia de Veracruz, que con total impunidad ha inventado
delitos a cientos de personas inocentes, a las que al final ni siquiera un
“usted disculpe” ofrece.
¿Quién le va a devolver a César Herrera esos
siete meses –y todo el equipo con que trabaja- que le robaron? Otro ridículo
más para el “récord” de la Fiscalía de Veracruz, el Poder Judicial y el
gobernador. Un horror, la “justicia” en el estado.
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