NO SER (NI PARECER) CORRUPTO
Fotografías: archivo |
La desmedida corrupción de la vida pública en
los últimos años en México fue sin lugar a dudas el misil que torpedeó las
bases del sistema y derrumbó al anterior régimen, permitiendo el acceso al
poder del actual grupo gobernante.
El lopezobradorismo ha hecho de la crítica a
los corruptos no solamente una bandera política, sino que a últimas fechas la
ha convertido en un discurso que raya en lo moralino-mesiánico (aunque detesten
el término), y con el cual se descalifica con singular facilidad a quien
exprese disenso.
Sin embargo, a poco más de dos meses de haber
iniciado el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, muchas de las prácticas de
su gobierno están alejadas de su discurso y son más bien cercanas a los
comportamientos que siempre criticaron -y de manera feroz- cuando estaban en
campaña.
El tema de las compras millonarias de insumos
y la adjudicación de contratos por elevados montos por asignación directa, sin
licitación de por medio, no habla de un gobierno transparente ni preocupado por
la rendición de cuentas. Todo lo contrario.
La adquisición de 671 pipas a proveedores
estadounidenses para transportar combustibles es un ejemplo claro de prácticas
rayanas con la corrupción. Bajo la justificación de la emergencia en el abasto
de carburantes –emergencia ocasionada, valga decir, por la impericia del propio
gobierno federal-, pagaron más de 90 millones de pesos por los autotanques
prácticamente sin avisarle a nadie, obviando cualquier proceso de concurso
público para realizar la compra. Y eso no fue lo peor.
Resulta que las pipas adquiridas con toda
celeridad y secrecía no cumplían con las normas relativas a los pesos y
dimensiones máximas con las que pueden circular vehículos del autotransporte en
México, ya que los modelos adquiridos ocupan llantas unitarias o
supersencillas, y la norma 012 en la materia establece que los vehículos que
transportan químicos, combustibles y materiales peligrosos en general deben
utilizar llantas dobles para prevenir accidentes.
Pero como para este gobierno si una ley le
estorba simplemente la cambia o la deroga, el 30 de enero pasado, ocho días
después de la compra de las pipas, la Secretaría de Comunicaciones y
Transportes publicó un acuerdo en el Diario Oficial de la Federación para
modificar “la modalidad en el servicio de autotransporte federal de carga
de hidrocarburos aplicable para la empresa productiva del Estado denominada
Petróleos Mexicanos y sus empresas productivas subsidiarias o
filiales”, por medio del cual se establece que las unidades con una capacidad
de entre 41 mil y 43 mil litros puedan usar llantas unitarias, siempre y cuando
no excedan un peso de 4.5 toneladas.
Se trata de una modificación legal a toro
pasado, hecha a modo de los intereses del gobierno que, por si no fuera eso ya bastante,
implica enormes riesgos a la de por sí altamente peligrosa transportación por
vía terrestre de combustibles que forma parte de la “estrategia” gubernamental
para “combatir” el “huachicoleo”.
Pero el presidente López Obrador jura que
como él no es corrupto, nadie de los integrantes su gobierno puede serlo, ya
que todos están “obligados” a seguir su “ejemplo”. Como la secretaria de
Gobernación, Olga Sánchez Cordero, quien “olvidó” incluir en su declaración
patrimonial la propiedad de un penthouse en una torre departamental de Houston,
Texas, con un valor de 11.1 millones de pesos. Omisión de la que culpó a la
Secretaría de la Función Pública, que debió subir a la plataforma Declaranet la
situación patrimonial de todos los funcionarios del gobierno mexicano desde el
pasado 30 de enero.
La honestidad no es cuestión de discursos,
sino de hechos. Y los hechos hablan por sí mismos. De los conflictos de
intereses, luego hablamos.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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