EL QUINTO DE YUNES
Fotografía: Antonio Palacios |
La noche del pasado 21 de marzo, el
periodista Leobardo Vázquez Atzin fue asesinado a balazos dentro de su
domicilio, ubicado en la localidad Nuevo Renacimiento 2000 en el municipio de
Gutiérrez Zamora, al norte del estado de Veracruz, convirtiéndose en el quinto
reportero ultimado en la entidad durante lo que va del bienio de Miguel Ángel
Yunes Linares.
Entre los muchos fracasos de un régimen que
prometió un cambio radical en la situación del estado, hay que destacar el de
garantizar el ejercicio libre del periodismo en la entidad. Eso no sólo no
ocurrió, sino que la violencia contra los comunicadores permanece intacta, así
como la infame respuesta del gobierno estatal para minimizar los crímenes en su
contra. Exactamente de la misma manera como sucedía con Javier Duarte de Ochoa.
Al día siguiente del homicidio de Leobardo
Vázquez Atzin, la Fiscalía General del Estado emitió un malintencionado boletín
en el que destacó en uno de sus bajantes que el reportero “fue privado de la
vida mientras desarrollaba su actividad de taquero”.
Y en el cuerpo del burdo comunicado se
reiteró que el órgano que encabeza Jorge Winckler Ortiz investiga “el deceso de
un comunicador que actualmente se desempeñaba como comerciante de comida”.
En un estéril esfuerzo por evitar que se
contabilice un asesinato más de un reportero en el estado durante el periodo de
gobierno de Miguel Ángel Yunes Linares, la servil Fiscalía “autónoma” optó por
intentar descalificar el trabajo profesional de Leobardo Vázquez “acusándolo” de
tener también un negocio de comida para poder subsistir.
Uno de los problemas endémicos de la
profesión periodística en México, y especialmente en Veracruz, es el de las
paupérrimas condiciones laborales en las que los reporteros realizamos nuestro
trabajo. Salarios de hambre, nulas prestaciones sociales, indiferencia patronal
hacia nuestras condiciones de seguridad, inestabilidad laboral, son las “armas”
con las que los comunicadores salimos a hacer nuestra labor. ¿Puede culparse a
alguno por buscar una fuente de ingresos extra a través de una actividad
legítima? Pues en la Fiscalía piensan que sí.
En realidad, la verdadera intención del gobernador
Yunes Linares y de su empleado el fiscal es denigrar la profesión periodística
y a quienes la desempeñan. No bien había emitido el comunicado tildando de “taquero”
a Leobardo Vázquez –de la misma manera que en enero de 2015 Javier Duarte
desestimó el asesinato de Moisés Sánchez Cerezo porque era “taxista”-, cuando la
Fiscalía difundió otro boletín consignando la sentencia a 54 años de prisión de
un secuestrador en Cosamaloapan, “hijo del extinto periodista Pedro Tamayo”.
¿Por qué sería relevante destacar ese dato? Pues para criminalizar indirectamente
a otro reportero -que además está muerto desde hace tiempo- por el “delito” de
ser padre de un delincuente. Y de paso, relacionar al periodismo con el crimen per se ante la opinión pública. De
escandalosa y delirante perversidad.
La trayectoria y la vigencia de la actividad
profesional de Leobardo Vázquez Atzin como periodista están acreditadas. En sus
últimos reportes dio cuenta de una invasión de terrenos en las que están
implicadas autoridades anteriores y actuales del municipio de Tecolutla,
conurbado con el de Gutiérrez Zamora. Por ahí tendría que llevarse a cabo en
primer término la investigación. Que en su casa vendiera comida no le resta
mérito alguno como reportero.
Porque sí a esas vamos, el fiscal Winckler es
propietario de un negocio de venta de pizzas en el municipio de Veracruz –o sea
que también es vendedor de comida-. Y el propio gobernador Miguel Ángel Yunes
Linares es dueño de una gasolinera ahí mismo, de un rancho agrícola en Tierra
Blanca, y participa empresarialmente en el negocio inmobiliario, como él mismo
ha aceptado en más de una ocasión.
¿Eso los desacredita como servidores
públicos? No, definitivamente. Lo que los descalifica es su pésimo trabajo como
tales.
Asueto
Con motivo del periodo vacacional en puerta,
esta columna y su autor tomarán un descanso la semana próxima, retornando a su
publicación el martes 3 de abril. A sus lectores y editores, gracias.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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