DE PROMESAS, INGENUIDADES Y AGARRADAS DE PENDEJO
Fotografía: archivo |
No se sabe si fue un exceso de honestidad o de
candidez. Pero sin duda no tienen desperdicio las declaraciones que el pasado
viernes hizo el precandidato de la alianza PAN-PRD-Movimiento Ciudadano a la
gubernatura de Veracruz, Miguel Ángel Yunes Márquez.
Con el estilo perdonavidas que lo caracteriza,
el ex presidente municipal de Boca del Río intentó justificar los magros
resultados de la administración estatal, que encabeza su padre Miguel Ángel
Yunes Linares. Y en esa soberbia discursiva se acomodó un “balazo en el pie”.
Yunes Márquez admitió que “es ingenuo pensar
que en un año se iban a resolver los problemas de Veracruz”, pues la entidad
lleva “12 años de abandono”. Menudo pretexto para justificar la incapacidad
para hacer frente a los problemas que se aseguró se iban a resolver casi de
inmediato, como el de la inseguridad y la violencia.
El desliz declarativo de Yunes Márquez, además
de reflejar su desprecio por los votantes que creyeron en las promesas de
campaña de su padre, es indicativo de algo que pervive en casi todas las
campañas políticas: los ofrecimientos sin ton ni son de cosas que desde un
principio los candidatos saben que no van a poder cumplir, por muy buenas
intenciones que tengan.
¿O acaso Miguel Ángel Yunes Linares, con toda
la experiencia acumulada en una carrera de casi 40 años en tareas relacionadas
con la seguridad, no tenía idea de que era imposible pacificar al estado ya no
digamos en los seis meses que ofreció, sino en todo su bienio? Seguramente sí
lo sabía. Pero de lo que se trataba era de ganar la elección, no de ser honesto
con los votantes. Aunque irónicamente, la honestidad fue –y casi siempre es-
una de las principales banderas del proselitismo electoral. Y la primera en ser
desechada una vez que se arriba al poder.
El gran problema es que a la hora de darle la
cara a una realidad mucho más compleja de lo que se quiso reconocer en campaña,
vienen las decepciones, lo que sería lo de menos. Lo que resulta verdaderamente
trágico es que al asumir sus responsabilidades como autoridad, se comiencen a
poner pretextos, a lanzar culpas por todos lados para evadir la incompetencia
propia, llevando como resultado que nada o por lo menos muy poco sea lo que
cambie.
Precisamente eso es lo que estamos escuchando
en este incipiente periodo de “precampañas”: promesas y más promesas, la
mayoría basadas en la expectativa del deber ser, más que en la concreción del
poder ser. Se venden ilusiones. Total, ya cuando la realidad nos abofetee, el
objetivo, obtener el poder, se habrá cumplido.
Volviendo al caso de Miguel Ángel Yunes
Márquez, sabedor de que la actuación de su padre como gobernador no le sirve
para presumir logros y beneficios para los veracruzanos, sino que por el
contrario, le significa un lastre, lo exculpa de responsabilidad y asume que
los ciudadanos que le otorgaron su confianza en las elecciones de 2016 fueron
ingenuos por creerle. Pero al mismo tiempo, pide que a él sí le crean que puede
hacer todo lo que su progenitor no.
Desgraciadamente, agarrar de pendeja a la gente
es casi un deporte nacional para nuestra clase política.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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