AHOGO DE SANGRE
Fotografía: Oscar Martínez/ AVC Noticias |
Nuevamente, el estado de Veracruz fue escenario
de un baño de sangre que provocó horror entre la población este fin de semana.
Al menos 23 asesinatos se registraron en
distintos municipios de la entidad, siendo los de mayor impacto, por el salvajismo
con el que se realizaron y por los mensajes implícitos, los diez cometidos en
Xalapa, la capital veracruzana, el pasado sábado 13 de enero.
Al mediodía, un hombre fue arrojado al paso
vehicular frente a las instalaciones del Tribunal Superior de Justicia del
Estado y acribillado ahí mismo, ante la mirada atónita de quienes tuvieron la
desventura de presenciar el crimen, perpetrado con absoluta impunidad en la
avenida más transitada de la ciudad, la Lázaro Cárdenas.
Por la noche, el terror se apoderaría de los
xalapeños luego de reportarse el abandono de una camioneta repleta de cuerpos
humanos cercenados a la entrada del fraccionamiento Lomas del Tejar, a unos
metros de otra importante avenida, la Murillo Vidal.
En ambos casos, el mensaje fue de desafío a la
autoridad. Tácito, en la ejecución cometida frente a las instalaciones sede del
Poder Judicial del Estado. Directo, grotesco y explícito, en la masacre de
Lomas del Tejar.
Entre los restos desmembrados de nueve personas
fueron colocadas cartulinas en las que se amenazaba a dos funcionarios
estatales por “incumplir acuerdos” con el crimen organizado: el secretario de
Seguridad Pública, Jaime Téllez Marié, y el director de Operaciones de esa
misma dependencia, Gerardo Guzmán.
La respuesta oficial, de tan previsible, resultó
más timorata que de costumbre. El gobernador Miguel Ángel Yunes Linares aseguró
que los ejecutados “no son personas de bien”, sino integrantes de una banda
criminal. Y sobre los señalamientos en contra de los integrantes de su
administración, se limitó a decir que “las tomamos exactamente como de quien
vienen, de los delincuentes a los que combatimos”. Sin más. Sin la menor
intención de investigar nada.
Tal parquedad contrasta con la actitud
beligerante de la semana pasada de Yunes Linares hacia el precandidato
presidencial de Morena, Andrés Manuel López Obrador, a quien le dedicó tiempo y
dinero del erario para retarlo a un improbable “debate” a través de varios videos,
mismos que fueron difundidos por vías oficiales del Gobierno del Estado y
colocados en redes sociales como publicidad.
¿Merecen más atención del gobernador de
Veracruz los dichos de un político en campaña que la violencia desatada en el
territorio que está bajo su responsabilidad y que infunde terror a sus
gobernados? ¿Es justificable que se empleen recursos públicos para reyertas
políticas, en lugar de concentrarlos en tareas verdaderamente apremiantes para
el estado, como la seguridad? Al parecer, así es como lo considera Miguel Ángel
Yunes Linares.
La irresponsabilidad de un gobernante que
prefiere seguir en campaña en lugar de dedicarse de tiempo completo a cumplir
con la encomienda que le dieron los veracruzanos es gigantesca. Y sumamente
riesgosa. Más aún, con un proceso electoral en marcha que se prevé sumamente
polarizado y, por ende, muy probablemente violento.
Pero por lo visto, es cuestión de prioridades.
Y la de Miguel Ángel Yunes Linares no es gobernar. Así Veracruz se ahogue en su
propia sangre.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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