LAVADO DE DINERO, “DEPORTE” NACIONAL
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Fotografía: archivo |
Uno de los secretos cada vez peor guardados en
México es que la economía del país está sostenida, en una gran medida, por el
lavado de dinero proveniente de actividades ilícitas.
El tema sale a relucir con fuerza por el muy
mediático caso que involucra a dos figuras públicas, el futbolista Rafael
Márquez y el cantante grupero “Julión” Álvarez, con Raúl Flores, un
narcotraficante que hasta hace apenas unos días era completamente desconocido
para la opinión pública nacional, y que tras la información revelada por el
Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, resultó ser un capo de alto
nivel.
Sin prejuzgar sobre la responsabilidad que
tendrían Márquez o Álvarez por sus relaciones peligrosas con Raúl Flores –misma
que tendrá que determinarse luego de las investigaciones que correspondan-, lo
que quedó diáfanamente expuesto fue cómo el dinero sucio ha penetrado en
cualquier clase de actividad –deportiva, empresarial y del mundo del
entretenimiento, en este caso- y en todos los ámbitos de la vida del país,
agazapado bajo variopintas máscaras.
Pero lo más grave es que eso no es desconocido.
En las principales ciudades del país el lavado de dinero es uno de los
principales motores de la economía. Sólo así se puede explicar que en lugares
que pasan por crisis económicas no se detengan grandes inversiones, como la
construcción de enormes conjuntos habitacionales –desde los de gran lujo hasta
los de interés social-, o bien se levanten centros comerciales y enormes edificios
de oficinas –con la mayoría de sus espacios vacíos- junto a cinturones de
pobreza.
La práctica del lavado de dinero no la lleva a
cabo únicamente los cárteles del narcotráfico. Como quedó al descubierto en el
estado de Veracruz tras el paso del fide-duartismo, también desde las
posiciones de gobierno se desvía dinero que luego busca ser “legalizado” con la
adquisición de propiedades o la apertura acelerada de negocios, sin importar
que por los mismos no se parara ni una mosca. Actualmente, siguen funcionando
varios así en ciudades como Xalapa o el puerto de Veracruz, por citar dos
ejemplos. Y ni quien los moleste con una triste auditoría siquiera.
Lo que resulta inverosímil es que la autoridad,
y en particular la federal, “no se dé cuenta” que el dinero ilícito inunda
actividades de todo tipo bajo la fachada empresarial. Más grave aún, que actúe
únicamente hasta que entes extranjeros –como el Departamento del Tesoro de los
Estados Unidos en el caso Márquez-Álvarez-, exhiben las redes de tráfico de
dinero ilegal que han funcionado por décadas, ante la complacencia oficial.
La política, los espectáculos, el deporte
profesional –sobre todo el futbol soccer, que es una cloaca- y los negocios en
general en México están cundidos de dinero de procedencia no dudosa, sino
decididamente ilícita, que a los grupos delictivos –de cuello blanco o del
crimen organizado- les sirve además para refinanciarse y comprarse una “buena
reputación”, una posición social y, por supuesto, un poder que llega a estar
más allá de los legalmente constituidos.
El lavado de dinero es un “deporte” nacional
que se juega en casi todas las canchas, sin reglas ni árbitros. Que todo mundo
sabe que existe, pero que hace como que lo ignora. Hasta que el juego se les
revierte a los jugadores. O al menos, a algunos de ellos.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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