LAS CUENTAS PENDIENTES DE BERMÚDEZ
Fotografía: tomada de Internet |
La
detención el viernes pasado del ex secretario de Seguridad Pública del
duartismo, Arturo Bermúdez Zurita, representa claramente la prueba de fuego
para el gobierno de Miguel Ángel Yunes Linares y su promesa de castigo a los
depredadores del erario que hundieron a Veracruz.
Y esto es así porque si no logra mantenerlo
en prisión para llevarlo ante un juez, el descrédito sería mayúsculo, así como
la certeza de que ninguno de los miembros de la pandilla duartista responderá
realmente por lo que le hicieron al estado el sexenio pasado.
Los temores son fundados. Los delitos que se
le imputaron a Arturo Bermúdez al momento de su detención, enriquecimiento
ilícito, tráfico de influencias y abuso de autoridad, no son considerados
graves, amén de que cuenta ya con un amparo contra los dos últimos. Por esa
razón, la posibilidad de que un juez le conceda al ex funcionario la libertad
bajo caución en las próximas horas es real, a menos de que le agreguen delitos
de mayor gravedad a su expediente.
Tela de dónde cortar, hay muchísima. Arturo
Bermúdez Zurita es uno de los personajes más siniestros que ha pasado por la
política en el estado de Veracruz, y sobre él pesan señalamientos que bien
podrían integrarse a la carpeta de investigación que se le abrió una vez que
fue vinculado a proceso.
El más grave de los delitos que se le
atribuyen a Bermúdez es el de desaparición forzada, particularmente por el caso
de los jóvenes que hace poco más de un año fueron secuestrados por policías
estatales en la ciudad de Tierra Blanca y posteriormente entregados a un capo
de la delincuencia organizada, que los asesinó y desapareció sus restos, según
la versión oficial de los gobiernos estatal y federal.
Bermúdez era el superior de ésos y de todos
los demás policías que durante el sexenio duartista asolaron Veracruz en
complicidad con la delincuencia organizada, cuya colusión fue documentada a lo
largo de los últimos años por distintos organismos civiles.
A Arturo Bermúdez también le resulta
responsabilidad, al menos por omisión y en consecuencia configurando el delito
de incumplimiento de un deber legal, por la desaparición de más de seis mil
personas en el estado, cifra que admitió la Fiscalía General del Estado y que
representa un crimen de lesa humanidad que es quizá el más grave de todos los
que se cometieron durante el horror del duartismo.
Otro caso es el del cantante Gibrán Martiz,
quien el 11 de enero de 2014 fue secuestrado en su domicilio por policías
estatales y días después apareció muerto, con señales de tortura, en un paraje
cercano al puerto de Veracruz, tras una riña en un bar con un familiar del propio
Arturo Bermúdez, tal como lo denunció el padre de la víctima, Efraín Martiz,
quien tuvo que exiliarse del país por las amenazas de muerte que recibió por
ese motivo.
Esos son unos cuantos botones de muestra de
las cuentas pendientes de Arturo Bermúdez con la justicia, además de su
ostensible enriquecimiento. Pero perverso como es, sabe que un error en el
procedimiento que signifique una violación al debido proceso podría
significarle su libertad inmediata. Así que la filtración de la fotografía que
le fue tomada al momento de ser fichado en el penal de Pacho Viejo, portando el
chaleco naranja de los internos, no fue casual, sino con toda la intención de
victimizarlo para que un juez lo deje libre.
El gobierno de Miguel Ángel Yunes no puede
darse ese lujo.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
Comentarios
Publicar un comentario