PRIISMO GUINDA
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Fotografía: archivo |
El régimen de la autoproclamada “cuarta
transformación” celebra su victoria en las elecciones de este domingo en cuatro
estados casi como si se tratase verdaderamente de la antesala directa a su
permanencia en el poder presidencial en 2024.
No hay duda de que Morena se impuso
claramente en esta jornada, en buena medida por las carencias de una oposición
mezquina y sin propuestas que no conectó con el electorado. Pero hay que
decirlo, en realidad nadie conectó con el electorado, pues la gente no salió a
votar.
El abstencionismo predominó durante las
elecciones de este domingo a pesar de que, a diferencia de una elección federal
como la del año pasado, que no genera gran interés entre la población, esta vez
se trató de comicios locales que, junto con los presidenciales, sí llaman la
atención de los ciudadanos y los motiva para salir a sufragar.
No fue el caso. En Tamaulipas, donde se registró
el más alto nivel de participación ciudadana, salió a votar 53.31 por ciento de
la lista nominal de la entidad. Y de ahí, todo fue cuesta abajo. En Durango, el
abstencionismo fue de casi 50 por ciento; en Hidalgo, superó el 52 por ciento;
en Aguascalientes casi llegó a 55 por ciento.
Los casos más graves se presentaron en
Quintana Roo, donde la abstención prácticamente llegó al 60 por ciento, y en
Oaxaca, donde superó el 61 por ciento. Aunque en el caso de esta última
entidad, influyó la devastación que dejó a su paso el huracán “Ágatha” días
antes de los comicios y que incluso provocó enojo en algunas zonas afectadas,
donde los damnificados reclamaron cómo era posible que llegara sin
contratiempos el material electoral y no la ayuda humanitaria. Y a pesar de lo
cual –valga señalar- votaron por Morena, partido que apoyó la desaparición del
Fondo para Desastres Naturales (Fonden).
Con esos niveles ínfimos de participación, la
legitimidad de varios de esos próximos gobiernos será endeble, cuando no
severamente cuestionable, pues no cuentan con una base real de apoyo popular
que les dé soporte a la hora de enfrentar los múltiples y graves problemas que
implica cualquier ejercicio de gobierno.
El principal saldo de la elección de este
domingo es la certeza de que partidos y candidatos, en general, no le están
diciendo nada al electorado. El PRI va en caída libre y en proceso de
desaparecer en el corto plazo ante su suicida negativa a refundarse y, en
cambio, reciclar más de lo mismo y de los mismos. La asociación de su nombre
con la corrupción provoca un rechazo casi en automático del que parece
imposible disociarlo. Peor aún, cuando sus líderes actuales corroboran que
siguen siendo iguales, que no entendieron nada.
El PAN se sostiene como la principal fuerza
opositora, pero debilitado por sus propios conflictos internos y por su
incapacidad para trascender políticamente más allá de sus bases, limitadas a
ciertos segmentos socioeconómicos e ideológicos que no lo hacen ver como una
opción socialmente incluyente. El PRD prácticamente desapareció y vive de
“prestado”, mientras que Movimiento Ciudadano lucra con el discurso opositor,
mientras le sirve al régimen.
Morena parece vivir su “momento de gloria”
gracias a la figura de su líder político, el presidente Andrés Manuel López
Obrador, y sus programas clientelares. Pero cuando aquél deje de figurar en el
escenario público, se conocerá el verdadero nivel de aceptación de un organismo
que no funciona como partido, sino casi como una secta en la cual no hay
posibilidad de expresar disensos ni opiniones que se aparten del “dogma” de la
“infalibilidad” del dirigente.
Lo cierto es que en su carrera de regreso al
pasado, el lopezobradorismo ya logró la restauración de un sistema
neohegemónico a nivel territorial y regional. Y lo más irónico es que lo ha
hecho reclutando, postulando y coaccionando priistas. Si no lo cree, revise la
biografía de los candidatos que contendieron en las elecciones del domingo y
cheque a qué próximos ex gobernadores les ofrecerán cargos en la administración
federal o en representaciones diplomáticas.
Al final del día, el priismo no se crea ni se
destruye. Solamente se “transforma”. Nomás que en color guinda.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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