TRATAR DE INVISIBILIZAR EL DESASTRE
Fotografía: Facebook de Cuitláhuac García Jiménez |
Por donde se le mire, el más escandaloso
fracaso del gobierno que encabeza Cuitláhuac García Jiménez tiene que ver con
la violencia contra las mujeres, cuyo combate su administración se autoimpuso
como tarea central desde el arranque del sexenio.
Los números del fiasco no dejan mentir. De
acuerdo con los datos de la Coordinación de Unidad de Género de la Universidad
Veracruzana, de enero a octubre de este año se han registrado 458 agresiones a
mujeres, se denunciaron 569 desapariciones femeninas, y se perpetraron 77
feminicidios y 66 homicidios de mujeres.
Se trata de cifras de horror que reflejan
fielmente lo que ha representado el gobierno de Cuitláhuac García Jiménez para
las mujeres veracruzanas. Por mucho que haya varias ocupando cargos públicos –y
por esa razón, convenientemente en silencio respecto de lo que antes
denunciaban a gritos-, eso no significa nada si en los hechos la violencia está
peor que nunca. O bien, si esas mujeres funcionarias o representantes populares
lo único que hacen es prestarse a ser marionetas de los juegos de poder de los
políticos varones.
En esos términos puede entenderse la
barrabasada con la que el gobierno veracruzano en pleno –el titular del
Ejecutivo, el Secretario de Gobierno, la Fiscal del Estado, la Presidenta del
Poder Judicial- buscó despojar de su sentido y significado al Día Internacional
de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer: una “caminata por la integración
familiar”.
El Día Internacional de la Eliminación de la
Violencia contra la Mujer se rememora desde 1981, cuando la Organización de las
Naciones Unidas determinó conmemorar el asesinato de las hermanas Mirabal por
órdenes del dictador Leónidas Trujillo en República Dominicana, en 1960. Crimen
cuya brutalidad significó el inicio del fin de ese régimen. Un asesinato de
mujeres es el origen de esta fecha.
Pero para el gobierno veracruzano la prioridad
era desaparecer de la discusión pública el tema de la violencia contra las
mujeres y los feminicidios, del cual no quiere que se hable ni de chiste. Y
para ello recurrió a una narrativa completamente conservadora y de derecha: la
de “fortalecer los valores de respeto y sana convivencia desde el seno familiar”,
con una caminata insulsa, desprovista del significado profundo de la fecha y
que solo exhibió la banalidad y ausencia de rumbo de una administración
supuestamente “progresista”.
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