EL ARTE DE MENTIRSE A SÍ MISMO
Imagen: Líderes Mexicanos |
Una
de las principales taras del mal ejercicio del poder público en México es la
propensión de los políticos a creerse las mentiras que se inventan para atajar
las críticas e intentar esconder sus incongruencias, mediocres resultados y
corruptelas.
No
existe un solo gobernante en México que admita que no está haciendo bien las
cosas. Mucho menos, que reconozca que sus niveles de aceptación son magros o
que van en picada debido al desgaste que provoca el ejercicio de la función
pública, mismo que se potencia si las acciones de gobierno están pletóricas de
errores, ocurrencias o franca incompetencia.
A
lo que suelen recurrir esos gobernantes por consejo de sus “sesudos” asesores es
a la simulación, a los apoyos forzados y a “estudios” amañados en los que se da
cuenta de “percepciones sociales” que solo existen en la calenturienta
imaginación de quien las maquina.
En
analogía con la fábula de “El traje nuevo del Emperador”, ninguno de los
cortesanos es capaz de decirle al gobernante que va desnudo en medio del
populacho. Inculcados en las formas de la cultura política priista, prefieren
aplicar la sentencia máxima de la servidumbre oficiosa, en la que a la pregunta
del poderoso “¿qué hora es?”, la respuesta inmediata es “¡la que usted diga,
señor!”.
En
Veracruz hemos atestiguado durante muchos años esos rituales de mansedumbre
artificial, que duran lo que dura un periodo de gobierno, y a veces hasta menos.
Frases como “Vamos bien y viene lo mejor” o “Veracruz para adelante”,
terminaron por convertirse en lemas vacuos, intrascendentes e incluso ofensivos
para los ciudadanos, que nunca encontraron la supuesta correspondencia entre
los dichos del discurso oficial y la cruda realidad.
A
pesar de ufanarse de la “transformación” en los usos y costumbres de la
política que dicen representar, los gobiernos surgidos de Morena no son la
excepción. Ni de cerca. Por el contrario, en apenas ocho meses de gestión han
demostrado estar más apegados al guion del doblez, la ficción y, para decirlo
en términos de la comunicación moderna, la “postverdad”, que no es sino una
mentira con apariencia de ser real.
A
esa “estrategia” ha recurrido casi religiosamente el gobierno de Cuitláhuac
García Jiménez en Veracruz. Ante los cuestionamientos de la opinión pública y
la sociedad por la ausencia de resultados, por la más que evidente debacle en
materia de empleos y oportunidades de desarrollo, y por la creciente
inseguridad que no se limita a enfrentamientos entre bandas delincuenciales,
los encargados de manejar la imagen del titular del Ejecutivo estatal
decidieron mandarlo desnudo a las calles, como si de un “pellejo” más de los
400 Pueblos se tratase.
En
las últimas semanas han circulado correos electrónicos desde cuentas con
remitentes sospechosos de venderse al diablo por una chuleta, en los que se
destacan datos como que Cuitláhuac García Jiménez está entre los tres
gobernadores de Morena “mejor calificados” del país, a partir de un supuesto
estudio de Consulta Mitofsky, encuestadora especializada en confeccionar
“trajes a la medida”.
O
bien, se ha llegado a extremos como el de aceptar que el gobernador aparezca bien
“rankeado” junto a empresarios y políticos de dudosa honorabilidad en publicaciones
de supuestos “líderes mexicanos”, en las que la condición para ocupar un buen
lugar es, por supuesto, pagar por el mismo.
Lo
peor es cuando el “emperador”, o en este caso el gobernador, se cree el cuento
del traje especial que solo los estúpidos son incapaces de ver. O el del
gobierno que ha “logrado disminuir en materia de seguridad los
índices de incidencia delictiva en Veracruz”, y que “agarra vuelo” en el
segundo semestre del año alentado
“por buenos resultados en materia de seguridad pública, salud, desarrollo
social, y reforzamiento a las acciones de inversión pública” (sic).
Sin
duda es todo un arte mentirse a sí mismo. Pero de eso a que los demás crean en
quimeras oficiales, hay un largo trecho. Y la historia nos demuestra que
creerse las propias mentiras tiene un costo gigantesco, que tarde que temprano
se paga.
Email:
aureliocontreras@gmail.com
Twitter:
@yeyocontreras
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