MILITARIZACIÓN, A SECAS
Fotografía: Proceso |
“Es necesario abandonar la visión autoritaria
y el uso de la fuerza como estrategia” dice uno de los párrafos introductorios
del Plan Nacional de Paz y Seguridad 2018-2024, presentado este miércoles por
el presidente electo Andrés Manuel López Obrador.
También señala que “es indispensable
formular nuevos paradigmas de seguridad nacional, interior y pública,
prevención del delito, procuración e impartición de justicia, restablecimiento
del estado de derecho y reinserción de infractores”.
Sin
embargo, cuando se refiere concretamente a la que será la estrategia de
seguridad del próximo Gobierno de la República, lo que salta a la vista es que
no solo prácticamente se continuará con los mismos paradigmas, sino que se irá
mucho más allá al militarizar por completo esas tareas a través de la creación
de una Guardia Nacional.
Para
ello, se reformará –pues para eso tiene mayoría Morena en el Congreso de la
Unión- la fracción XV del artículo 76 constitucional,
a fin de conformar dicha Guardia Nacional como “instrumento primordial del
Ejecutivo Federal en la prevención del delito, la preservación de la seguridad
pública” y “el combate a la delincuencia en todo el país”.
“Los efectivos provendrán de las policías
Militar y Naval, así como de la actual Policía Federal; se convocará a civiles
y a elementos de tropa para que se integren a la formación de nuevos elementos”,
según establece este plan, el cual reafirma que “la Guardia Nacional quedará, pues,
expresamente encargada de prevenir y combatir el delito en todo el territorio
nacional y estará dotada de la disciplina, la jerarquía y el escalafón propios
de las Fuerzas Armadas. Se convocará a 50 mil reclutas, los cuales recibirán
formación y adiestramiento en planteles militares”.
El
planteamiento no deja lugar a interpretaciones. Lo que hará el próximo Gobierno
de México será militarizar por completo el país y recurrir a la misma
estrategia de combate a la delincuencia: con fuego, que es para lo que están
entrenados los militares. Para eliminar al enemigo.
¿Qué
diferencia hay entonces con la llamada “guerra contra el narco” lanzada por
Felipe Calderón Hinojosa hace 12 años y continuada desde hace seis por Enrique
Peña Nieto, y que ha dejado un saldo de más de 200 mil muertos y
aproximadamente 37 mil desaparecidos, de acuerdo con el diagnóstico de este
mismo plan?
En
términos de retórica, la diferencia es que se brindará capacitación en derechos
humanos a los elementos de la fuerza pública y que se adoptarán
“leyes especiales para poner fin a las confrontaciones armadas y posibilitar el
desarme y la entrega de los infractores; para ello se debe garantizar sus
derechos, ofrecerles reducciones de penas e incluso amnistías, condicionadas a
la aprobación de las víctimas –sean personas o colectividades– y proponerles un
cambio de vida”. Lo cual suena muy bonito en el papel.
Pero en los hechos, no habrá ningún cambio en
la estrategia. Los militares seguirán en las calles y, en consecuencia, el combate
a la delincuencia seguirá basado en el uso de la fuerza, con la consabida cauda
de violencia y muerte que eso provoca inevitablemente. Los mexicanos lo hemos
comprobado en carne propia los últimos 12 años.
Porque si bien es necesario desterrar la corrupción,
propiciar el desarrollo equitativo de la población a través del empleo, la
educación y la salud, eso no basta para hacer que la criminalidad y violencia
disminuyan. Son, si acaso, buenas aspiraciones, más no una solución a este
fenómeno en sí mismas, contra lo que asegura el próximo gobierno. Y seguir
utilizando a las fuerzas castrenses en las tareas de la seguridad pública
tendrá exactamente los mismos resultados que ha tenido hasta ahora. No se puede
pensar en lograr algo diferente haciendo lo mismo.
Irónicamente, un día después de este anuncio,
la Suprema Corte de Justicia de la Nación echó abajo la Ley de Seguridad
Interior que le daba un marco legal a la actuación de los militares en las
tareas policiales, al considerarla inconstitucional. Así que en lo que se
vuelve a modificar la normatividad al respecto, las fuerzas armadas continuarán
en el vacío legal.
Lo mejor de todo es que regresar al ejército
y a la marina a sus cuarteles y con ello detener la violencia en el país fue
una de las principales promesas de campaña de Andrés Manuel López Obrador.
Ya será para la otra.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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