RIDICULIZACIÓN POLÍTICA DE LAS MUJERES
Imagen: transmisión web del OPLE |
Una forma de violencia política contra las
mujeres de lo más baja y vil se puso en marcha en Veracruz: reducirlas al rol
del “payaso de las cachetadas” para atacar a los candidatos varones a los que
sus contratantes no se atreven a enfrentar por sí mismos.
No es una práctica nueva. En la elección de
gobernador de 2016, desempeñó ese triste papel Alba Leonila Méndez Herrera, ex
diputada local y federal y ex presidenta municipal panista de Atzalan, quien
fue lanzada por el duartismo como candidata a la gubernatura.
La misión que le fue encomendada a Alba
Leonila Méndez era simple: atacar por todos los frentes y con todas las
artimañas posibles al candidato de la alianza PAN-PRD, Miguel Ángel Yunes
Linares, a quien el fide-duartismo buscaba impedirle a como diera lugar llegar
a la gubernatura.
Para ello, usaron a un partido fácil de
cooptar: el PT, que con tal de manejar los recursos de la campaña sin
compartirlos con nadie más, se prestó a la mascarada y postuló a Méndez Herrera
como candidata a gobernadora. Hoy, por cierto, esa franquicia va como “aliada”
de Morena en el proceso electoral en curso.
Ya investida como candidata, Alba Leonila
Méndez persiguió por todos lados a Yunes Linares. En todos los debates en los
que participaron, su objetivo era uno solo: golpear al candidato del PAN-PRD
con acusaciones de todo tipo, con denuestos y una que otra mentira. De
propuestas reales o de algún tema sobre la agenda de las mujeres, absolutamente
nada.
Méndez Herrera formaba parte de uno de los
grupos dentro del PAN que fueron desplazados por los yunistas y que, resentidos
por ello, decidieron jugarles las contras aliándose de facto con los enemigos
de Yunes Linares: Javier Duarte y Fidel Herrera.
El final de esa historia es conocido: Miguel
Ángel Yunes Linares ganó la elección y asumió la gubernatura. Y Alba Leonila
Méndez, la única mujer que participó como candidata en esos comicios, desapareció
de la escena, denigrando la participación política de las mujeres veracruzanas
a un deplorable espectáculo de ínfimo nivel.
Dos años después, lamentablemente la historia
se repite, de manera prácticamente idéntica. Aunque el papel de corruptores lo
asumieron quienes antes fueron los agredidos.
Esta vez fue el yunismo gobernante el que
cooptó a una mujer y a un partiducho: Nueva Alianza, un partido fácil de
cooptar. Más aún, cuando su principal financiero y líder de facto en Veracruz,
el ex tesorero duartista Vicente Benítez González, lo ofreció en prenda al
régimen con tal de no ser perseguido judicialmente, como varios otros de sus
“compañeros” de gabinete en el sexenio de Javier Duarte.
La mujer es la diputada local por Minatitlán
Miriam Judith González Sheridan, quien llegó al Congreso del Estado con las
siglas de Morena. Pero tras un “paseo por las nubes” en el avión del gobernador
Yunes Linares, “descubrió” que todo estaba mal en ese partido, “decidió”
combatirlo y “se lanzó” como candidata a la gubernatura.
La misión que le fue encomendada a Miriam
Judith González Sheridan es simple: atacar por todos los frentes y con todas las
artimañas posibles al candidato de la alianza Morena-PT-PES, Cuitláhuac García
Jiménez, a quien el yunismo busca impedirle a como dé lugar llegar a la
gubernatura. Y de paso, sabotear la coalición de Nueva Alianza con el PRI y el
PVEM en Veracruz, a diferencia de lo que ocurre en el proceso federal, con el
objetivo de afectar las posibilidades del candidato José Yunes Zorrilla.
Ya investida como candidata, Miriam Judith
González Sheridan ha perseguido por todos lados a Cuitláhuac García. En todos
los debates en los que participaron, su objetivo era uno solo: golpear al
candidato de Morena-PT-PES con acusaciones de todo tipo, con denuestos, una que
otra mentira y al borde del colapso nervioso. De propuestas reales o de algún
tema sobre la agenda de las mujeres, absolutamente nada. Sólo lugares comunes,
frases de superación personal y una ignorancia total sobre esos tópicos.
El desenlace de esa historia lo conoceremos
en menos de dos semanas. Pero esta machista y misógina clase política, de uno y
otro bando, le ha hecho un profundo daño a la participación política de las
mujeres veracruzanas, ridiculizándolas y rebajándolas a un rol de golpeadoras
que, cobardemente, los varones no se atrevieron a asumir.
Fotografïa: archivo |
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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