PEJEPARDISMO
Fotografía: PLATANEGRA |
El término “pejepardismo” fue acuñado por el
periodista Julio Hernández López en su columna publicada en el diario La
Jornada en febrero de 2006, y es una analogía del “gatopardismo” de la célebre
novela El Gatopardo, de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, que hace referencia a la
paradoja de cambiar todo para que, al final, todo siga igual.
Eso es lo que estamos experimentando en
México durante las campañas políticas en curso: promesas y más promesas de
enormes cambios, en especial por parte del candidato presidencial que es
puntero en todas las encuestas, Andrés Manuel López Obrador, que se ve a sí
mismo acaudillando un movimiento histórico. La “cuarta transformación” del
país, le llama.
Sin embargo, lo que vemos alrededor de López
Obrador, más allá de su discurso, es el reposicionamiento de figuras políticas
de antaño; de representantes de grupos de poder que buscan proteger –y
promover- sus particulares intereses; de saltimbanquis de los cargos públicos
que han pasado por todos los partidos y que ahora hacen estación en Morena; y
hasta de verdaderos impresentables, prófugos de corrientes políticas criminales
que en el lopezobradorismo encontraron la “redención” de sus fechorías.
Durante el mitin de López Obrador en Xalapa
de este martes, por ejemplo, varios notaron la presencia de un personaje
siniestro: Martín Cabrera Zavaleta, ex presidente municipal priista de Orizaba,
sobre quien pesan señalamientos como responsable de saquear las finanzas de ese
ayuntamiento cuando lo encabezó, en el sexenio de Fidel Herrera, y que incluso
fue a dar a la cárcel por ejercer violencia contra su pareja. Ahora es uno más
de los “legionarios del Peje”.
Y como él, varios que antes despotricaban en
contra de López Obrador y de la izquierda, y que ahora que están ahí, ocupando
candidaturas, y que se justifican diciendo que antes “no lo conocían”, pero que
ahora, como por medio de una especie de “revelación”, se dieron cuenta de que
Andrés Manuel “es la luz y es el camino”, para estar a tono con el discurso
pseudo-religioso del que recientemente gustar echar mano el candidato
presidencial de Morena.
¿A qué tipo de cambio se puede aspirar cuando
un líder político se rodea de quienes, en los hechos, han contribuido a llegar
al estado actual de descomposición social? ¿Por qué creer que quienes han sido
unos canallas en el pasado, ahora se van a “portar bien” sólo porque se
volvieron adeptos y/o candidatos del lopezobradorismo, la mayoría de ellos por
puro y vil interés de acceder a un cargo y al presupuesto público?
Lo mismo pasa cuando se analiza la postura
del lopezobradorismo acerca de temas sensibles y polémicos, como los derechos a
la salud reproductiva de las mujeres, los matrimonios entre personas del mismo
sexo y otros que forman parte de la agenda de cualquier partido que se precie
de ser de izquierda. Para los líderes de Morena, el acceso de las minorías y de
los grupos vulnerables al ejercicio pleno de sus derechos humanos debe
consultarse primero a las masas vociferantes y alienadas por poderes fácticos
como las iglesias y los grupos conservadores, dando como resultado que nada
cambie.
Definitivamente, hay personas valiosas,
honestas, progresistas, que están convencidas de que el muy probable
advenimiento de un cambio de régimen con López Obrador a la cabeza significará
un paso adelante en la historia de México, y lo apoyan con todas sus fuerzas y
con la esperanza de que representa lo que él dice representar.
Pero todo parece indicar –prácticas políticas
incluidas- que el “pejepardismo” será la nueva manera de entender a la
demagogia en los tiempos por venir.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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