JUSTICIA A NEGOCIACIÓN
Fotografías: Yahir Ceballos/ AVC Noticias |
De entrada y sin lugar a dudas, el que
finalmente se haya vinculado a proceso por el delito de desaparición forzada de
personas al ex secretario de Seguridad Pública del estado de Veracruz, Arturo
Bermúdez Zurita, junto con otros dos ex altos mandos y 16 ex integrantes de la
corporación, es un hecho destacable e incluso sin precedentes.
Se trata de una de las mayores demandas de
justicia de la sociedad veracruzana en contra de sus anteriores gobernantes.
Más grande y sentida aún que la del castigo por la corrupción y el saqueo de
las finanzas públicas. Aquí estamos hablando de crímenes que segaron vidas
humanas, particularmente de jóvenes, y que destruyeron familias y futuros. Con
total premeditación. Con una inaudita saña.
Los testimonios de los hechos imputados a los
ex policías inculpados y sus jefes, presentados durante la audiencia de
vinculación a proceso de todos ellos, son escalofriantes, cercanos a lo
monstruoso. De acuerdo con esos datos, los jóvenes detenidos por la policía
estatal eran torturados para que admitieran ser integrantes del crimen
organizado, y una vez obtenida la “confesión”, a partir de la cual se enviaba
el parte a sus superiores, eran trasladados a la Academia de Policía de El
Lencero, donde sin miramientos, se les desaparecía.
Según estas declaraciones, tras ser
asesinados, los cuerpos de los detenidos eran enterrados clandestinamente en
terrenos de la Academia de Policía -hoy llamada Centro de Estudios e Investigación
en Seguridad- sobre los que después se erigieron edificios que hacen las veces
de dantescas lápidas que, hasta ahora, cubrirían la evidencia criminal,
psicópata, de un gobierno de terror.
Es pues innegable que había que llevar este
tema hasta sus últimas consecuencias. A eso se comprometió en campaña el actual
gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, quien ahora se vanagloria de estar
cumpliendo –al menos- con eso. Sin embargo, los mismos datos revelados durante
la audiencia de vinculación a proceso de los imputados ponen en entredicho que
el objetivo sea la búsqueda de verdadera de justicia.
La causa en contra de Arturo Bermúdez Zurita y
los demás ex policías procesados se basa en las declaraciones de cuatro testigos
protegidos, que fueron beneficiados con el no ejercicio de la acción penal en
su contra a cambio de testificar y hundir a su ex jefe.
Ya antes habíamos señalado que el “timing”
para detonar el proceso por desaparición forzada contra estos ex mandos y ex
elementos de Seguridad Pública tenía un fuerte tufo de oportunismo
político-electoral, con la intención de beneficiar la aspiración del hijo del
gobernador para sucederlo en el cargo. Válido, aunque nada ético.
Pero el que adicionalmente se haya otorgado
un injustificable perdón judicial a esos testigos protegidos, que habrían sido copartícipes
de los mismos hechos bestiales por los que se juzga a sus ex compañeros, lo que
deja en claro es una soez negociación de la justicia y de la ley.
Resulta que para condenar a un chacal como
Bermúdez, se dejará en libertad a otros criminales de la misma calaña. ¿Quién
puede jurar que una vez en la calle no volverán a delinquir, a cometer los
mismos actos abominables a los que seguramente están acostumbrados y no les
provocan conflicto de conciencia alguno? ¿Quién nos puede asegurar que después,
por inconsistencias en la obtención de esos testimonios –la Ley en Materia de
Desaparición Forzada de Personas no contempla perdón alguno para los
perpetradores de ese ilícito-, los demás asesinos no salgan también en
libertad?
Una justicia obtenida a partir de la
impunidad y de la torcedura de la ley, no puede considerarse como tal. Pero lo
que urgía era explotar el tema antes de las elecciones.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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