¿CUÁNTO VALE LA CABEZA DE DUARTE?
Fotografía: William Gularte/Cuartoscuro |
Tras
allanarse el ex gobernador Javier Duarte de Ochoa a la solicitud de extradición
presentada por el gobierno de México a su similar de Guatemala, un juez de
aquel país ordenó que el ex mandatario veracruzano sea entregado de manera
inmediata a las autoridades mexicanas para que sea procesado aquí.
A
pesar de las fanfarronadas de sus abogados, que a través de un comunicado
buscaron desacreditar las acusaciones que le hace el Gobierno Federal, lo
cierto es que los delitos que se le imputan a Duarte de Ochoa, delincuencia
organizada y operaciones con recursos de procedencia ilícita, implican cárcel
necesariamente. Así que una vez que sea enviado de regreso a México, enfrentará
su proceso penal desde la prisión.
A
partir de ahí vendrá la verdadera prueba de fuego para todo el nuevo Sistema de
Justicia Penal, que hasta ahora ha demostrado ser muy eficaz…pero para
favorecer a los delincuentes, torciéndose mucho muy seguido el principio de
presunción de inocencia y el debido proceso en favor de quienes cometen ilícitos
y no de sus víctimas.
Y
es que hay elementos de sobra para dudar sobre la intención de hacer verdadera
justicia en el caso de Duarte, a quien dejaron hacer y deshacer todo lo que
quiso durante el tiempo que estuvo al frente del gobierno de Veracruz, después
le permitieron escapar y evadir la acción de la ley durante seis meses, y que
ahora se muestra más tranquilo de lo que debería estar un reo cuya sentencia podría
alcanzar más de 40 años de cárcel.
Porque
aun cuando los delitos que tienen en prisión a Duarte son por los que lo denunció
el Gobierno Federal, y éstos sí son categorizados como graves, habrá que ver si
existen elementos suficientes para obtener de un juez una sentencia
condenatoria.
Uno
de los argumentos del propio Duarte y de sus abogados defensores es que ni su
nombre ni el de sus familiares aparecen en ninguno de los documentos en los que
se acredita la adquisición de bienes, por ejemplo, en el estado de Campeche,
donde se le achaca la compra fraudulenta, a través de prestanombres, de
terrenos ejidales.
Habrá
que revisar minuciosamente las 19 pruebas –entre éstas, los testimonios de sus
“amigos” Moisés Mansur, José Juan Janeiro, Alfonso Ortega López y Arturo
Bermúdez- que presentó el gobierno mexicano para solicitar la extradición de
Duarte de Ochoa, quien haciendo gala de su cinismo sociópata, no deja de
mostrarse burlón y sarcástico, en extremos que llegan a lo soez al calificar el
proceso en su contra como una “ilusión óptica” y declararse a sí mismo un
“perseguido político”.
El
daño causado por Duarte de Ochoa y demás secuaces al estado de Veracruz y a
todos sus habitantes está más que comprobado. Es palpable, visible, doloroso y
sus consecuencias se padecerán durante muchos años más.
Sin
embargo, el temor de que su proceso judicial se trate de un mero engaño para
después de un tiempo dejarlo libre e impune, está presente y causa azoro. Su
confirmación sería el agravio final para todos los mexicanos y, sin temor a
exagerar, el entierro del Sistema Nacional Anticorrupción, de todo el Sistema
de Justicia Penal, y en suma, del sexenio de Enrique Peña Nieto. De paso,
también sería un fracaso monumental para el gobierno de Miguel Ángel Yunes.
De
ese tamaño lo que vale ahora la cabeza de Duarte, con todo y su sonrisa
estúpida.
Email:
aureliocontreras@gmail.com
Twitter:
@yeyocontreras
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