FARSAS Y FARSANTES DE GÉNERO

 


La marcha contra la “violencia de género” que le armó el régimen a su candidata Rocío Nahle para intentar encubrir su enriquecimiento inexplicable en apenas cinco años como secretaria de Estado es, sin exagerar, una de las más grotescas pantomimas que se recuerden en Veracruz desde los “encuerados” 400 pueblos financiados por Javier Duarte.

Este martes, un grupo de mujeres fueron acarreadas desde diferentes partes del estado hasta el centro de Xalapa con el objetivo de defender de los señalamientos por enriquecimiento ilícito a la candidata de Morena a la gubernatura, queriéndolos hacer pasar por “violencia política de género”.

Las mujeres llegaron en por lo menos cinco camiones al centro de la capital del estado de Veracruz, a donde también arribaron camionetas con decenas de playeras con consignas en favor de Nahle, quien de manera cínica pretende victimizarse para buscar contener –y sobre todo, detener- los señalamientos y la exigencia de explicaciones sobre las propiedades millonarias de las que ella y su familia se han hecho en apenas un sexenio, el de la autoproclamada “cuarta transformación” y de la dizque “austeridad republicana”.

Algunas fueron convencidas; otras coaccionadas; y varias engañadas, como algunas mujeres indígenas traídas desde Filomeno Mata, que no sabían que estaban ahí para “defender” a Rocío Nahle de la “violencia política de género” y que incluso eran “dirigidas” por hombres que les impedían hablar con las reporteras que hacían la cobertura periodística y cuestionaban los motivos de la concentración, a más de 30 grados centígrados sobre la calle de Enríquez.

La provocación escaló cuando un grupo – en el que había incluso hombres- se apareció con playeras con la leyenda “Brujas del Mar”, usurpando el nombre de la influyente colectiva feminista que desde el fin de semana había criticado fuertemente que Rocío Nahle tergiversara el verdadero sentido de la violencia política de género para evadir responsabilidades públicas.

Una de las “brujas” impostoras, de nombre Marilyn Guillén, trabaja en la Procuraduría del Medio Ambiente –o sea, fue a hacer “grilla” en horario laboral-, misma que encabeza uno de los políticos más corruptos de la historia reciente de Veracruz: Sergio Rodríguez Cortés, el que cuenta billetes en calzones, duerme la “mona” en los congales y extorsiona empresarios para no clausurarles sus negocios. Digno funcionario del duartismo y ahora del morenato.

Por ahí viene la autoría de la operación del “numerito”, de la que también se habría encargado el diputado sinquehacer Juan Javier Gómez Cazarín, quien intenta no quedar fuera de la jugada con Rocío Nahle y sería quien consiguió a la “vocera” del “movimiento”: Graciela Nani, ex panista de Misantla a quien el régimen morenista le dio, vía el Congreso del Estado, el Premio Estatal de la Mujer en 2023 y a la que ahora ordenó regresarle el favor.

Graciela Nani se presentó a dar una rueda de prensa ostentándose como “presidenta” del Consejo Consultivo del Instituto Veracruzano de las Mujeres, órgano que lleva cinco años acéfalo por decisión de Cuitláhuac García, y cuya vigencia de sus consejos expiró desde 2020, pues nunca emitieron convocatoria para su renovación.

Con enorme desvergüenza, ellas y quienes le acompañaron –de manera particularmente lamentable, la ex perredista Juana María Toriz- presentaron una denuncia ante el OPLE para evitar que se llame “zacatecana” a la candidata nacida en Zacatecas, y sobre todo para que se deje de ventilar la prosperidad inmobiliaria de la familia Peña Nahle, los nuevos “Beverly” de “El Dorado”.

Si el morenato tuviese un gramo de pudor, no se atrevería a aludir a la violencia contra las mujeres que, la de a de veras, ha mantenido a Veracruz en los primeros lugares en feminicidios del país durante TODO el sexenio de Cuitláhuac García.

Pero no solo no son honestos. Son unos farsantes. Y unos delincuentes.

 

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