APAGÓN
Fotografía: Oscar Martínez/ AVC Noticias |
Como si no bastasen los problemas y
desgracias, en México se viven momentos de mal fario ante la magnitud de lo que
estaría por venir.
Este lunes y martes se registró una jornada
inédita de apagones –que eufemísticamente el gobierno federal prefiere llamar
“cortes programados de energía eléctrica”- en más de la mitad de los estados de
la República. Veracruz incluido, con todo y que es productor de electricidad y
hasta opera una planta nuclear para ese propósito.
El discurso ideologizado y el reparto de
culpas a terceros no se hizo esperar: desde el neoliberalismo hasta el frío
invernal fueron las causas de lo que en los hechos se terminó convirtiendo en un
primer racionamiento nacional de la energía eléctrica, algo no visto en México
nunca desde que se tendió el sistema eléctrico de nuestro país.
Si bien es cierto que una severa tormenta
invernal provocó este fin de semana un corte en el abasto de gas natural proveniente
del estado de Texas, con el cual se produce electricidad para las entidades del
norte de México, lo que quedó al descubierto fue la vulnerabilidad del país en
materia de generación de energía y la desmedida dependencia de Estados Unidos
que, con todo y las peroratas nacionalistas del régimen, ha permanecido intacta
los últimos dos años.
Y es que como resultaba obvio, de inmediato
salieron a relucir las justificaciones ideológicas –que si la defensa de la soberanía,
que si la culpa es de los gobiernos neoliberales anteriores y la reforma
energética- para buscar ocultar las deficiencias técnicas de una administración
empecinada en retroceder en todos los sentidos. El común, entre éstos.
Porque si a ésas vamos, el gobierno de Andrés
Manuel López Obrador firmó el Tratado de Libre Comercio México-Estados
Unidos-Canadá (T-MEC) en las condiciones en las que opera en la actualidad y
que contemplan sendos acuerdos de cooperación bilateral en materia de abasto de
energía. Mismos que, por cierto, podrían provocar un conflicto con nuestros
socios comerciales si el régimen de la “4t” saca adelante la reforma a la Ley
de la Industria Eléctrica con la que, en lugar de avanzar hacia las energías
renovables no contaminantes, se entierre al país en una fosa de carbón.
Pero regresando al punto de este texto, el
problema que se vive sería mucho más grave de lo que el gobierno está dispuesto
a reconocer. Los apagones han afectado a unos cinco millones de usuarios de
norte a sur del país solamente en dos días. Y a pesar de que tanto el director
de la Comisión Federal de Electricidad, el impresentable Manuel Bartlett, como
el vocero presidencial Jesús Ramírez juran que los cortes de electricidad son
controlados, rotativos, aleatorios y no duran más de media hora, la realidad es
que desde varias regiones del territorio nacional se alzan quejas porque familias,
negocios e instituciones se han quedado sin energía durante varias horas, lo
que representa cuantiosas pérdidas de las, que por supuesto, absolutamente
nadie se hace responsable.
Los efectos han sido inmediatos. El precio
del gas para consumo doméstico se disparó en las últimas horas y empresas
distribuidoras de gas natural como Engie pidieron a sus clientes “reducir al
máximo” el consumo para “contribuir a mitigar la baja disponibilidad” del
fluido en el sistema. Esto, mientras el propio Centro Nacional para el Control
de la Energía (Cenace) solicitó a la población y al sector industrial su apoyo
para “la reducción en el consumo de energía eléctrica no esencial”.
En medio de una pandemia que ha obligado al
confinamiento, al trabajo desde el hogar, a la educación en línea, y que hace
vital el funcionamiento de aparatos electrónicos para atender a los miles de
enfermos que los necesitan para sobrevivir, ¿cuál de estas actividades
encuadraría entre las que consumen la “energía eléctrica no esencial” que el
gobierno pide racionar, al estilo de lo que sucede en los países bajo las
dictaduras que admira?
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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