“CHAYOTE” Y SANGRE
Imagen: YouTube |
Luego de más de un mes desaparecido, este
miércoles fue hallado asesinado el locutor radiofónico Fidel Ávila Gómez en los
límites entre los estados de Michoacán y Guerrero.
Ávila Gómez era presentador y gerente de la
radiodifusora “La Ke Buena” en el municipio de Huetamo, Michoacán, enclavado en
la violenta zona conocida como Tierra Caliente de esa entidad, donde no hay más
ley que la de los traficantes de droga que desde hace años, literalmente
gobiernan y hacen su voluntad sin que autoridad alguna, de ningún nivel, les
haga frente.
Con este homicidio suman 12 los comunicadores
asesinados en México en lo que va del sexenio de Andrés Manuel López Obrador, a
quien esta situación no le inmuta y, como él mismo afirmase hace pocos días,
mucho menos le quita el sueño.
Tan no se lo quita, que todos los homicidios
de reporteros que se han cometido en el país desde que asumió el poder en
diciembre de 2018 permanecen en la más absoluta impunidad. Igual que antes,
dirán los defensores oficiosos del régimen de la autodenominada “cuarta
transformación”.
No les falta razón. De acuerdo con las cifras
de la asociación civil Artículo 19, desde el año 2000 hasta agosto de 2019,
habían sido asesinados 131 periodistas y trabajadores de la información en
México. La absoluta mayoría, sin que haya quien pague por esos crímenes.
En ese mismo periodo, Veracruz -y nunca
estará de más recordarlo y machacarlo- se convirtió en la entidad más letal
para los periodistas: 27 asesinados en los últimos 19 años, de los cuales 17
–según este organismo no gubernamental, aunque también se llegan a contabilizar
19- fueron ultimados durante el violento y criminal sexenio de Javier Duarte de
Ochoa. El más reciente, Jorge Celestino Ruiz Vázquez, en el primer año de los gobiernos
de Cuitláhuac García Jiménez y de Andrés Manuel López Obrador.
Sí, todo es igual que antes, a pesar de las
promesas de que las cosas iban a cambiar. Que habría respeto y protección a la
libertad de expresión y se detendría la espiral de violencia que ha colocado a
los periodistas en México en el mismo nivel de riesgo que los que desempeñan su
labor en Siria, en función del número de bajas registrado. A fin de cuentas,
aquí también se vive en estado de guerra, aunque el gobierno jure que eso “ya
se acabó”.
Aunque sí han cambiado varias cosas. Hoy
tenemos un presidente que diariamente injuria a la prensa que no lo adula ni se
pone de rodillas –por decirlo suavemente- frente al nuevo poder omnímodo del
Ejecutivo. Que ante las críticas alienta a sus huestes a linchar –digitalmente
por ahora- a quien exhibe los excesos y miserias de la reciclada clase
gobernante. Y que incluso auspicia medios creados ex profeso para la adoración
permanente de su figura y la defensa abyecta de cualquiera de sus decisiones.
Y mientras la cuenta sangrienta de
comunicadores inauguraba el 2020, en la conferencia mañanera del presidente una
mercenaria –porque es un insulto darle categoría de periodista- residuo del
echeverrismo demandaba en público y sin pudor –porque vergüenza nunca ha
tenido- “chayote” para su pasquín digital, exigiendo además –en medio de las
presidenciales risas- el regreso del “no pago para que me peguen”, apotegma
pusilánime para controlar a los medios de otro López.
Uno no muy diferente –salvo por su nivel
intelectual- del que gobierna 40 años después.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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