EL PÉSIMO NEGOCIO DE LOS TIBURONES
Fotografías: archivo |
La desafiliación del Club Tiburones Rojos del
Veracruz que este jueves determinó la Federación Mexicana de Fútbol solo es la
consecuencia de una larga cadena de desatinos, corruptelas y negocios con el
erario desde el estercolero de la política.
Sabido su arraigo entre un sector de la
población veracruzana aficionada a este deporte, los Tiburones Rojos han sido a
lo largo de los últimos 30 años un jugoso botín del que echaron mano
gobernadores como Dante Delgado Rannauro, Miguel Alemán Velasco, Fidel Herrera
Beltrán y Javier Duarte de Ochoa para sacar raja política, mientras empresarios
afines a cada uno de ellos lo que sacaban era mucho dinero, a pesar de que
salvo en contadas temporadas, el desempeño deportivo del equipo siempre fue
bastante mediocre.
Sin embargo, y con todo y lo gris de su paso
por el fútbol profesional, los Tiburones Rojos fueron usados para construir una
falsa imagen de gobernantes atendiendo a una “afición” a la que, a cambio, se
le pedía mostrar su “agradecimiento” votando por el Partido Revolucionario
Institucional.
Por esa razón es que durante el sexenio de
Miguel Alemán Velasco, el gobierno estatal compró los derechos de la franquicia y el
nombre del club -mismos que hasta la fecha posee-, que en las sucesivas
administraciones estatales fue manejado según los intereses –y caprichos- del
mandatario en turno, lo que provocó el descenso del equipo a la liga inferior
en 2008.
El empresario y político priista Fidel Kuri
Grajales entró en el negocio del fútbol por aquella época, cuando se hizo de la franquicia de los
Tiburones de Coatzacoalcos –equipo filial de los Tiburones Rojos- y la
convirtió en los Albinegros de Orizaba, con la cual buscó promover sus propias
aspiraciones políticas en ese municipio, donde incluso prometió la construcción
de un estadio que nunca hizo.
Por
irregularidades muy similares a las actuales, los Tiburones Rojos que competían
en la división de ascenso fueron desafiliados en 2011, por lo que el gobierno
de Javier Duarte decidió recuperar la franquicia en poder de Fidel Kuri, para
que no desapareciera el equipo del puerto de Veracruz.
Kuri
Grajales compró entonces al equipo de los Reboceros de La Piedad, en Michoacán,
y cuál fue su suerte que en mayo de 2013 se alzaron campeones de la Primera
División “A”. Ni tardo ni perezoso, Kuri negoció con el duartismo el retorno de
los Tiburones a la liga mayor usando a la franquicia que logró el ascenso y
dejando con un palmo de narices a la afición michoacana con tal de obtener,
tanto el empresario como el gobierno veracruzano, beneficios políticos y
económicos.
La
historia de los Tiburones Rojos desde entonces es de sobra conocida: un equipo
de medio pelo a insignificante en cuanto a sus resultados, que debió haber
descendido nuevamente a la liga inferior la temporada pasada, lo que Fidel Kuri
evitó antideportivamente, pagando 120 millones de pesos a la Federación
Mexicana de Fútbol, donde para las transas y corruptelas también se pintan
solos.
Pero el “Tibu” ya tenía el arpón de las
deudas millonarias atravesándolo y cayó a su nivel más bajo en la temporada
regular que acaba de concluir, en la que hubo partidos en los que lastimosamente
y faltando el respeto a sus aficionados, sus jugadores se dejaron golear en
protesta por la falta de pago de sus salarios, que Fidel Kuri simplemente les
birló.
Derrotado el duartismo desde 2016 y
desfondado el PRI en Veracruz primero y a nivel nacional en 2018, a Fidel Kuri se
le terminaron el soporte y las aspiraciones políticas y el club dejó de
interesarle. Ahora éste ha sido desafiliado de nueva cuenta y el empresario perderá
todos los derechos que Javier Duarte le regaló por concepto de uso de la marca,
del estadio “Luis ‘Pirata’ Fuente” y del centro de alto rendimiento que usan
los jugadores para sus entrenamientos. Incluso, perderá también la franquicia
de los Albinegros de Orizaba que juega en la segunda división, a la que de
manera ridícula se le llama “Liga Premier”.
Hace casi dos meses, el gobernador de
Veracruz, Cuitláhuac García Jiménez, afirmó que su administración no aportaría
ni un peso de dinero público para rescatar a los Tiburones Rojos. Pero a
finales de noviembre, ante la inminente desafiliación y la recuperación de sus
activos por parte del gobierno, cambió de opinión y declaró que harían lo
necesario por mantener al club, ya que “es importante por la derrama económica
que significa (…). A nosotros nos interesa tener un equipo”.
Está más que probado que para el gobierno veracruzano
ha sido una pésima idea –que ni siquiera le corresponde- invertir en un club
deportivo profesional que no significa otra cosa que derroche de recursos. Pero
el espejismo de una pretendida popularidad hipnotiza a los políticos.
Y a los demagogos, peor.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
Cuánta ignorancia e imprecisiones en esta nota.
ResponderEliminarDeja de tirar rollos. Exhibe las imprecisiones y la "ignorancia". Aunque como lo dejaste ver en Twitter, solo eres un palero de un equipucho mediocre. Y el ignorante eres tú.
Eliminar