VERACRUZ ESTÁ QUE ARDE
Fotografía: Sergio Hernández/AVC Noticias |
Mientras las campañas electorales se desarrollan de
manera mediocre en la mayoría de los distritos, con propuestas vagas,
intangibles y muchas veces irrealizables, en el mundo real la violencia se
dispara.
Tras el atentado y amenazas contra candidatas del
Movimiento de Regeneración Nacional en Acayucan y Orizaba, en Pánuco el
abanderado panista Iván Villegas suspendió su campaña unos días ante la ola de
inseguridad que se extiende a ese distrito del norte de Veracruz desde el
vecino estado de Tamaulipas.
En ese mismo sentido, y luego de años de soslayar la
situación, el gobierno estatal intervino en el municipio de Coatepec,
desmanteló a la policía municipal e instaló el Mando Único de fuerzas estatales
y federales para resguardar esa región, asolada por la delincuencia desde hace
mucho tiempo, a unos cuantos minutos de Xalapa, la capital de la entidad.
La frágil estabilidad del gobierno estatal, quebrado,
desprestigiado y sin rumbo, hace mella en todas las demás estructuras y permite
la proliferación de la delincuencia, común, organizada y desde las esferas
mismas del poder, que busca sacar ventajas en medio del caos.
Y conforme más se acerca la fecha de las elecciones, más
se tensa el ambiente, máxime que las presiones del gobierno federal sobre el
estatal para que ponga en orden el desbarajuste en materia económica y de
seguridad en que se ha sumido a Veracruz desde hace una década, han aumentado
tras la difusión de las astronómicas irregularidades financieras detectadas por
la Auditoría Superior de la Federación.
Sin embargo, ninguna de las medidas aplicadas hasta ahora
por el Gobierno del Estado han dado algún resultado mediadamente satisfactorio.
La solventación de las observaciones de la Auditoría Superior de la Federación
está lejos de comprobar un uso adecuado del dinero público. Y mientras el
Gobernador se llena la boca hablando de que la inversión en seguridad será el
“legado” de su gobierno, la violencia se dispara en el norte, el centro y el
sur del estado.
En buena medida, el desorden que impera en Veracruz tiene
que ver con que no hay quien ejerza el poder con real autoridad. Javier Duarte
de Ochoa es un gobernante disminuido, desgastado, que no tiene el respeto ni de
sus subalternos y que toma decisiones a golpe de víscera.
Y alrededor suyo, los integrantes de su primer círculo lo
único en lo que piensan es en proteger sus parcelas de poder así como los
negocios que han hecho a su amparo. Y esto incluye a muchos familiares directos
e indirectos del propio Duarte, quienes tras años de secretos a voces, han
comenzado a ser exhibidos en medios locales y nacionales en actos que podrían
calificarse como de nepotismo, conflicto de intereses y tráfico de influencias,
con los cuales se habrían enriquecido de manera desmedida.
Por ello no es de extrañar que haya comenzado a
propalarse el rumor de que la gubernatura de dos años podría ser echada abajo
una vez pasadas las elecciones del 7 de junio.
Si esa intención llegase a concretarse, lo cual
implicaría una nueva reforma a la Constitución de Veracruz, representaría el
más duro golpe contra la presente administración, que promovió hasta la
ignominia la gubernatura de dos años. Una humillación pública y política de
nivel internacional. Y lo más importante: enterraría definitivamente la
intentona de este grupo político por perpetuarse en el poder en el estado.
Veracruz está que arde. Y no sólo por el clima.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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