VERACRUZ Y PUEBLA: FRONTERAS SIN LEY
Fotografía: Tomada de Proceso |
Varias son las coincidencias que existen entre los
gobernadores de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, y Puebla, Rafael Moreno Valle
Rosas.
Además de pertenecer a esa nueva generación de políticos
relativamente jóvenes que ocupan posiciones de poder en México, comparten
también un gran desprecio por la prensa y ánimos represores para acallar la
crítica en su contra cuando les es preciso.
En ese sentido, Duarte ha enfocado más sus baterías en
contra de los periodistas, que durante su mandato han vivido, como gremio, la
peor época de la que se tenga memoria en este estado. Once asesinados, cuatro
desaparecidos y una veintena de exiliados lo constatan.
Moreno Valle, aunque también se ha “preocupado” por
intentar “secar” la crítica periodística en su entidad asfixiando
económicamente a los medios que no le son afines y “cortando cabezas” –en
sentido laboral– de quienes le señalan sus yerros, su principal característica
ha sido la de la represión violenta contra las protestas sociales. El asesinato
de un niño por parte de las fuerzas policiacas de esa entidad y ahora las
agresiones contra estudiantes de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla a
raíz de una protesta en una gira del presidente Enrique Peña Nieto, lo muestran
en su faceta más oscura.
Duarte y Moreno Valle también se ufanan de que en los
estados que gobiernan no pasa nada. Que la seguridad de la población está
“garantizada”. El primero hasta se aventuró a declarar que en Veracruz ya sólo
se roban “frutsis y pingüinos”, y su secretario de Seguridad Pública, Arturo
Bermúdez, se atrevió a corregirle la plana al delegado de la Secretaría de
Gobernación, Alberto Amador Leal, negando que haya necesidad de corregir la
estrategia policiaca en el estado.
Como ha venido sucediendo en los últimos tiempos, la
realidad les explota en las manos. Este jueves 12 de febrero se dio a conocer
el secuestro y homicidio de un joven estudiante del Instituto Tecnológico y de
Estudios Superiores de Monterrey Campus Puebla, Antonio Sebastián Préstamo
Rivera, quien fue plagiado el pasado 6 de febrero en las inmediaciones de esa
institución educativa en la capital poblana, y encontrado muerto en el estado
de Veracruz días después. Unas versiones ubican el hallazgo del cuerpo en
Misantla; otras, en Xalapa, la capital veracruzana.
Además de la tragedia que de suyo entraña la privación de
la vida de un muchacho de 18 años de edad, lo que queda de manifiesto es que el
supuesto “blindaje” de las fronteras entre ambos estados para la operación de
bandas criminales, presumido siempre por ambos mandatarios, es ficticio.
Y no es algo que no se supiera. Cada tanto, las fiscalías
de las dos entidades han dado cuenta de la captura de bandas de delincuentes
que operaban en Puebla y se escondían en Veracruz, o viceversa. La porosidad de
los límites territoriales entre los dos estados es del tamaño de un hoyo negro
sideral. En balde los acuerdos de coordinación entre esos gobiernos. Puro gasto
de saliva… y de dinero, por supuesto.
El fracaso de las estrategias de seguridad que es
evidente desde hace mucho tiempo en Veracruz, comienza a pegar también en el
estado de Puebla, donde ni con todas las obras faraónicas del mundo se puede
sustituir una de las obligaciones esenciales de cualquier gobierno, que es
brindar seguridad a los habitantes de sus territorios.
Pero Duarte está ocupado en el Carnaval de Veracruz. Y
Moreno Valle, en sus aspiraciones presidenciales. Todo lo demás, puede esperar.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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