LA REINGENIERÍA DE PEÑA
El
presidente electo de México, Enrique Peña Nieto, adelantó hace unos días
cambios estructurales en lo que será su administración al frente del Gobierno
Federal. Entre éstos, la desaparición de secretarías y la creación de nuevos
organismos públicos.
El
cambio que más ha llamado la atención es la desaparición de la Secretaría de
Seguridad Pública, cuyas funciones serían absorbidas por la Secretaría de
Gobernación a través de una Subsecretaría del Interior.
Esto
significaría un retorno al viejo esquema de un Secretario de Gobernación
todopoderoso, que tendría en sus manos lo mismo las tareas de seguridad interna
y externa, que la concertación política y la gobernabilidad. Este diseño le dio
resultados a un PRI que por un lado negociaba y por el otro tenía listo el
garrote cuando los opositores eran muy rebeldes o se consideraba que ya no
había más espacio para el diálogo.
Si
como todo parece indicar es Miguel Osorio Chong el próximo inquilino de
Bucareli, y esa dependencia concentra todo el poder que le conferiría hacerse
del control de las policías y los sistemas de inteligencia y seguridad
nacional, desde ahora el hidalguense se perfilará como el hombre fuerte del
sexenio y un pretenso natural para 2018. Aunque eso es hacer demasiado
futurismo.
Otro
cambio destacable que se prevé es la desaparición de la Secretaría de la
Función Pública, y su sustitución por una Comisión Nacional Anticorrupción.
Esta dependencia, que nació en el sexenio de la “renovación moral” de Miguel de
la Madrid como Secretaría de la Contraloría y Desarrollo Administrativo, en los
hechos nunca ha servido para nada. Jamás ha actuado contra un desfalco en la
administración pública federal –que los ha habido, y de grandes proporciones–,
y sólo ha servido de tapadera de
corruptelas.
Cambiarle
el nombre para que siga sirviendo para lo mismo no tendría caso. Es necesario
que si se crea la Comisión Nacional Anticorrupción, ésta tenga dientes y actúe de manera clara contra
los funcionarios corruptos, del nivel que sean. Si no, será un ente burocrático
más donde se acomodará a algún compromiso de campaña. Y por como protegió el
PRI en el Congreso de la Unión la opacidad sindical durante la discusión de la
reforma laboral, no se espera que la transparencia vaya a ser la tónica del
nuevo régimen.
Finalmente,
y de manera un tanto sorpresiva, el proyecto de Peña Nieto busca fortalecer a
la Secretaría de la Reforma Agraria, expandiendo su jurisdicción a las zonas
urbanas. Cabe mencionar que los gobiernos panistas siempre quisieron
desaparecerla, pero no pudieron.
La
“reingeniería” de la administración federal que propone Peña Nieto es un retorno a viejas formas de entender y dirigir
un gobierno, ni duda cabe. Ya se verá si son eficientes.
Twitter:
@yeyocontreras
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