EL CÁRTEL DE LOS PALACIOS (DE GOBIERNO Y DE JUSTICIA)
El caso de un “cártel inmobiliario” en Veracruz que explotó esta semana a nivel mediático es un espejo de la descomposición institucional que atraviesa al estado y cuyas aristas amenazan con hacer una brutal carambola entre la clase política de la entidad.
Lo que comenzó como denuncias de despojos de
viviendas y terrenos mediante juicios fabricados, escrituras falsas y
mutilación de registros públicos, se revela como algo mucho más amplio y grave:
una red de complicidades que involucra a jueces, notarios, funcionarios del
Registro Público de la Propiedad, abogados, “coyotes”, empresas inmobiliarias y
operadores políticos.
Uno de los casos que captó la atención mediática
fue el del desalojo de una familia de una residencia en el fraccionamiento Las
Ánimas de Xalapa, valuada en ocho millones de pesos, pero que fue “vendida” en una
operación irregular en la ridícula suma de 300 mil pesos. En este caso, se
denunció que quien firmó las actuaciones judiciales y ordenó el desahucio de los
legítimos dueños fue el entonces juez Leopoldo Toss Capistrán.
Se trata de un funcionario judicial cuyos antecedentes
turbios no se limitan a ese caso. En su paso por el Juzgado Octavo de lo Familiar
de Xalapa enfrentó denuncias
por corrupción y violencia vicaria, concretamente por retener y
hasta cobrar “moche” por las pensiones alimenticias de menores de edad. A tal grado
llegaron las quejas, que el ahora extinto Consejo de la Judicatura ordenó una
visita extraordinaria para supervisar su actuación. Pero lejos de ser
sancionado, fue protegido y promovido durante la presidencia de Lisbeth Aurelia
Jiménez en el Tribunal Superior de Justicia del Estado (TSJEV), hoy flamante
fiscal general de Veracruz.
Toss Capistrán ya no es juez. Ahora es
magistrado del TSJEV, pues compitió en la malhadada
elección judicial local de junio pasado y resulta que ganó, a pesar de todos
esos señalamientos en su contra.
Quizás en ello haya influido otra pequeña
ventaja: su hermano Adolfo Toss Capistrán es ni más ni menos que el director de
Política Regional de la Secretaría de Gobierno de Veracruz, que encabeza
Ricardo Ahued Bardahuil. Vínculo familiar y político que refuerza la percepción
de que esa red de corrupción inmobiliaria no solo se sostiene en complicidades
judiciales, sino también en “coberturas”
desde la estructura gubernamental, lo que bien puede explicar
la impunidad con la que se han ejecutado los despojos en Xalapa y otros municipios
cercanos.
El “cártel inmobiliario” es pues un entramado
que ha dejado víctimas concretas: familias despojadas de sus hogares,
patrimonios pulverizados y la certeza de que instituciones que deberían
garantizar justicia se transformaron en instrumentos de pillaje.
La respuesta oficial ha sido tibia. La
gobernadora Rocío Nahle García reconoció la existencia de las denuncias de las familias
afectadas y anunció que solicitó durante la pasada mesa de seguridad una lista
de los notarios y jueces que estarían bajo sospecha de participar en estas
irregularidades.
Podría empezar por preguntarle a Adolfo Toss,
que trabaja para su administración. O a su jefe directo, el secretario de
Gobierno Ricardo Ahued. Aunque lo distraiga un poco de su labor como “remodelador”
de palacios.
El último clavo del ataúd de la autonomía de la UV
Tras el previsible rechazo de la “morenizada” Suprema Corte de Justicia de la Nación –la caricaturesca “Corte del acordeón”- para atraer el caso de la prórroga ilegal concedida a Martín Aguilar Sánchez en la rectoría de la Universidad Veracruzana, la última esperanza del movimiento que se opone a la burda imposición es la sesión del Consejo Universitario General, órgano máximo de dirección de la institución, programada para este lunes.
Sin embargo, se antoja improbable que este
órgano se atreva a destituir al espurio y a disolver a la inmoral Junta de
Gobierno. Parece más bien que el lunes solo se colocará el último clavo en el
ataúd de la autonomía de la UV, cuya comunidad no hizo lo suficiente por
defenderla de los pandilleros que la secuestraron.
Aunque vale la pena destacar que ningún
órgano judicial determinó que la prórroga fuera legal. Únicamente se negaron a
estudiar y pronunciarse sobre el fondo del asunto, con pretextos estúpidos como
el del “autogobierno” de la Universidad, como si eso la volviera inmune a
sanciones por violar la ley.
Una cosa es cierta. Aguilar es y será un
“rector” ilegal e ilegítimo, que dio un golpe a la casa de estudios. El sello de
la casa.
Email: aureliocontreras@gmail.com
X: @yeyocontreras

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