LA DICTADURA DE ESTOLIDEZ
Los acontecimientos alrededor del al parecer
inevitable declive de la República y la división de poderes que significa la
reforma judicial, mantienen en estado de tensión a un país dividido y al mismo
tiempo, han sacado a la luz las expresiones más primarias y rufianescas de la neoclase
gobernante.
Tras la captura de los órganos electorales
que le regalaron una sobrerrepresentación ilegítima en el Congreso de la Unión,
el obradorato en el poder está fuera de control y siente que no hay límites
para hacer con el país lo que quiera, bajo la falacia de que cualquier cosa que
desee hacer –hasta la más absurda- cuenta con el respaldo del “mandato
popular”.
Mientras ante miles de personas que le
vitorean el presidente miente con desparpajo sobre un sistema de salud –quizás
el más grande y criminal de sus fracasos- “mejor” que el de Dinamarca, los
políticos de la mal llamada “cuarta transformación” se solazan en una
borrachera de poder en la que desprecian cualquier voz, cualquier alerta que
pueda despertarlos de una juerga que creen interminable y en la que pueden
pasar por encima de quien sea y de lo que sea. Incluida la frágil legalidad que
está a punto de extinguirse para transformarse en un autoritarismo delirante.
No hay norma que los afecte ni protocolo que
les importe. Mucho menos, protesta que los conmueva. Al más puro estilo
salinista, Morena y aliados no ven ni oyen a nadie que no sean ellos mismos. Y
si surge un movimiento opositor a sus caprichos que represente alguna amenaza –aunque
sea solo simbólica, como la de los estudiantes que rechazan la reforma
judicial-, lo denigran, lo estigmatizan e incluso lo esquirolean. Para este
mismo martes estarán movilizando jóvenes en todo el país para contrarrestar las
marchas estudiantiles del pasado fin de semana. Porque pueden y tienen los
recursos –públicos- para hacerlo.
Como se preveía, en el Congreso de la Unión
habrá un diálogo de sordos y el Poder Legislativo se convertirá en una mera y
vergonzosa oficialía de partes para dar trámite a los intereses del Ejecutivo,
que no a los de la ciudadanía que, entre tanto, pareciera mantenerse en una
especie de estado catatónico, desesperantemente absorta en contenidos basura
como “La casa de los famosos” que la mantienen “narcotizada” y fuera de una
realidad cuya magnitud no ha dimensionado todavía, pero que la va a alcanzar
más temprano que tarde. Y cuando ya no haya marcha atrás.
Las redes sociales se han convertido en un
campo de batallas sin final ni sentido, donde la razón ha sido desterrada y
sustituida por el insulto, la descalificación tramposa, la ignorancia y la
perversión del sentido de la realidad, en un afán por imponer narrativas
dominantes pero, finalmente, falsas, en las que no cabe la pluralidad de ideas
ni la libertad para expresarlas.
La pantomima de la supuesta “transformación”
ha llegado a tal grado, que el obradorato pretende incluso imponer una
concepción torcida sobre lo que llama “periodismo independiente” mediante textoservidores,
amanuenses y principalmente bufones que, sin temor al ridículo, aplauden
rabiosos al poder que les retribuye su servilismo con huevos fríos y pan aguado.
Porque no se merecen más y así los tratan.
El nuevo régimen no iniciará hasta que asuma
el poder Claudia Sheinbaum el 1 de octubre. Comenzará en cuanto se apruebe la
reforma judicial –muy probablemente, este mismo martes- y desaparezca el país
que se construyó en las últimas tres décadas, las de una transición democrática
que ha sido derrotada por los verdaderos “emisarios del pasado” (Luis
Echeverría dixit, para estar a tono).
Asistimos al comienzo de la dictadura de la
estolidez, la sinrazón y el disparate, que amenaza con ser más violenta, más
antidemocrática, más autoritaria y más perniciosa que la vieja “dictadura
perfecta”.
Allá los que quieran seguir aplaudiendo.
Email: aureliocontreras@gmail.com
X: @yeyocontreras
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