SEPARACIÓN DE PODERES
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Fotografía: Comunicación Social de Presidencia |
El desencuentro entre los tres titulares de
los poderes de la Unión de este domingo 5 de febrero va más allá de meros
problemas de protocolo o de descortesías políticas.
El trato dado a la presidenta de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación, Norma Lucía Piña Hernández, y al presidente de
la mesa directiva de la Cámara de Diputados, Santiago Creel Miranda, relegados
hasta el extremo del presídium, simplemente refleja lo que representa para el
titular del Ejecutivo, Andrés Manuel López Obrador, la separación de poderes.
Como él mismo asegura reiteradamente, su
“pecho no es bodega”. Así que no le preocupa manifestar abiertamente el
desagrado que le provoca que los otros dos poderes no estén encabezados por
personas que pueda controlar o que le tengan tanto miedo que se dejen someter,
como hasta hace poco sucedía.
Los cuatro años que López Obrador y Arturo
Zaldívar compartieron como titulares de los poderes Ejecutivo y Judicial fueron
de, al menos, una clara resignación del segundo a evitar causar la furia del
inquilino de Palacio Nacional, si no es que de total sumisión ante los deseos y
caprichos del presidente de la República.
No por nada López Obrador impulsó una
“chicanada” legal para extender la presidencia de Zaldívar en la Corte otros
dos años, que no transitó porque lo impidieron los propios ministros, que no lo
acompañaron en una aventura inconstitucional que hubiese abierto la puerta a
aberraciones mayores.
El caso es que a López Obrador no le importa
ni respeta la separación de poderes que establece la Carta Magna del país y ha
intentado por varios medios apoderarse de la Corte en particular, impulsando la
llegada de ministros afines a su proyecto, como él mismo admitió sin pena en su
momento. Porque en el Congreso de la Unión mantiene un amplio margen de
control, vía las mayorías de Morena en ambas cámaras.
La apuesta del lopezobradorismo para
controlar la Corte era la ministra Yasmín Esquivel Mossa, esposa de José María
Riobóo, uno de los contratistas favoritos de la autoproclamada “cuarta
transformación”. Y como ya es sabido, sus aspiraciones fueron derribadas con la
exhibición del plagio de su tesis de licenciatura, a pesar de lo cual y en una
muestra más del cinismo y la falta de respeto a la ley que caracterizan al
régimen, sigue como si nada, ocupando un cargo que no merece y poniendo en
riesgo la impartición de justicia en el país.
La derrota sufrida en la Corte no ha sido
asimilada por el presidente, que expresó desde el principio su molestia, la
cual hizo más evidente este domingo en el acto conmemorativo de la promulgación
de la Constitución al colocar a la ministra Piña y al diputado panista Creel lo
más lejos posible de él.
La respuesta de la ministra presidente de la
Corte a la descortesía del jefe del Ejecutivo fue no levantarse en el momento
en el que López Obrador se colocó en el presídium, en un acto simbólico de
independencia que hizo arder a todo el lopezobradorismo, como si hubiese que
rendirle pleitesías cuasi imperiales.
Pero más allá de lo que al final es meramente
anecdótico, el mensaje leído por Norma Piña en su participación en el acto fue un
posicionamiento sobre la independencia judicial que, obviamente, tampoco causó
agrado en la “4t”.
“La Ley Suprema tiene que ser una realidad en
aras de la dignidad de cada persona, en aras, precisamente, de la consecución
de los fines del proyecto nacional. La dignidad se construye día a día, con
respeto entre los individuos, entre los poderes, e, incluso, entre las naciones”,
manifestó en uno de los puntos centrales de su discurso.
“La diversidad entre quienes impartimos
justicia, no solo es inevitable, es deseable. Es sano y necesario ponderar la
actividad de los jueces en virtud de las resoluciones que emiten, y nunca
perder de vista la independencia judicial, la de los juzgadores y la de uno de
los poderes constitutivos de la República. Una Judicatura independiente es
pilar de nuestra democracia. Es el legado que nos transmite nuestra ley
fundamental.
“Tenemos la responsabilidad de preservarla y
fortalecerla. De lo contrario, corremos el riesgo de mermar esa garantía en
detrimento de las propias personas que nos demandan justicia.
“La independencia judicial no es un
privilegio de los jueces, es el principio que garantiza una adecuada
impartición de justicia para hacer efectivas las libertades y la igualdad de
las y los mexicanos. La independencia judicial es la principal garantía de
imparcialidad del Poder Judicial, siempre, en beneficio de la sociedad”,
aseveró la ministra Piña.
En el año y siete meses que le quedan al
sexenio y ante las ambiciones desbordadas de los que buscan imponer una
“democracia” a su modo, en la que no exista la pluralidad de ideas y de voces y
se anule la oposición política, proteger la independencia y autonomía de los
poderes y las instituciones será el gran reto de México, sobre el que se basará
la viabilidad y el futuro del país.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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