LA MARCHA DE LA EXTORSIÓN
Imágenes: trabajadores del Poder Judicial de Veracruz y del Instituto de Pensiones acarreados a concentración masiva de AMLO en el Zócalo el 1 de diciembre de 2021 |
El “desfile” que el presidente Andrés Manuel
López Obrador se autoorganiza para autoglorificarse en el inicio de su quinto
año de gobierno es, además de un grosero y soez derroche de recursos públicos
–se tirarán millones en el acarreo de personas este domingo-, un intento
desesperado por aferrarse a un poder que irremediablemente comenzará a
desvanecerse.
Las diversas encuestas y sondeos de opinión
aún le confieren una alta aceptación, de cerca de 60 por ciento en promedio. Pero
además de que es un nivel que otros presidentes anteriores también tuvieron a
estas mismas alturas de sus sexenios –por ejemplo, Carlos Salinas de Gortari-,
en el caso de López Obrador se sostiene de algo a la vez tan poderoso como
irregular: el dinero.
Lo único que explica la popularidad de López
Obrador a pesar de sus dislates, de su pésima administración, del daño causado
a la educación, la ciencia y la salud, del encono que alienta todos los días
desde el púlpito presidencial, de la violencia generalizada en todo el país, es
la repartición de recursos públicos a través de sus “programas sociales”, en
una exaltación delirante y hasta energúmena de una de las prácticas por
excelencia del viejo régimen priista: el clientelismo. Al final del día, se
cumple aquello de que Morena es la “cuarta transformación”… del PRI.
El dinero aún no se acaba, así que la
popularidad presidencial se mantiene, aunque cada vez en más sectores que antes
lo apoyaron incondicionalmente han comenzado a pintar su raya, a tomar
distancia y algunos a romper abiertamente con el lopezobradorismo, ante la
evidencia de que se trata de un régimen autoritario, antidemocrático y al que
solo le falta ser represor… a nivel federal, porque en estados como Veracruz no
han tenido ningún empacho en aplicar la “ley del garrote” contra quien
protesta, contra quien disiente y especialmente contra quien ejerce su derecho
a oponérsele políticamente a un gobierno que disfruta siendo tan “bananero”
como le sea posible.
La marcha que el pasado domingo 13 de
noviembre se celebró en unas 50 ciudades del país en defensa del Instituto
Nacional Electoral y contra el bodrio de reforma electoral del presidente López
Obrador logró algo que seguramente no se propuso: sacó de sus casillas al
inquilino del palacio virreinal, aun cuando intentaron minimizarla con una muy
intensa campaña de propaganda y desinformación a lo largo de ése y los días
subsecuentes.
Y como hacen todos los regímenes autoritarios,
se llamó de inmediato a un acto de “desagravio” para quien se cree
incuestionable: una marcha que no es marcha, pues no encierra reclamo ciudadano
alguno. Un desfile de ostentación del poder por el poder en el que con todos
los recursos del Estado se buscará empequeñecer la imagen de la avenida Reforma
de la Ciudad de México llena de tonos rosas y blancos, para sustituirla por la
de una marejada de “camisas guindas”, en un despliegue que no está lejos de las
expresiones más fascistoides.
Si bien habrá muchas personas que a pesar de
todo sigan creyendo en la “4t” y acudan por su propia voluntad, el acarreo es
el arma fundamental para lograr el propósito de avasallar. Y como ya ha hecho
antes el gobierno que se decía “diferente” a los que le precedieron, llevarán
gente por carretadas al primer cuadro de la Ciudad de México desde todos los
estados en los que gobierna Morena. A algunos les ofrecerán refrigerios,
bebidas y un “apoyito” extra por las “molestias”; a otros les condicionarán
permisos para trabajar y la entrega de sus becas y pensiones –engañándolos,
porque ése es el oxígeno del que vive este gobierno-; y a una buena parte, a
los empleados de los tres niveles de la administración pública controlados por
Morena, los obligarán a acudir y hasta a poner de su bolsa para llegar y
acarrear a otros tantos, so pena de perder sus empleos.
Eso es, por ejemplo, lo que sucede en la
Secretaría de Desarrollo Social estatal en Veracruz y seguramente en todas las
demás dependencias: a los trabajadores de confianza los “invitan” a poner de su
bolsa dos mil pesos y a los de contrato 500, para financiar la renta de
camiones para el acarreo de burócratas. Además de que deben ir a… fuerzas el
domingo a la Ciudad de México o se despiden de su trabajo.
Ya lo dijo la semana pasada la “mandamás” del
Tribunal Superior de Justicia del Estado de Veracruz, la directora de
Administración Joana Marlen Bautista: “en el Poder Judicial somos
‘obradoristas’ y muchos “van a querer ir” a la marcha. Una extorsión en toda
forma.
Lo que va a pasar el domingo es previsible.
López Obrador sanará su ego herido con “amor comprado” y retacará de gente el
zócalo y todo el primer cuadro de la Ciudad de México. Eso no cambiará el hecho
de que una marcha ciudadana, sin recursos públicos de por medio, hizo fracasar
su embestida contra el sistema democrático del país, aunque éste tampoco saldrá
incólume. Será otra lucha que los ciudadanos habrán de dar.
La marcha de la extorsión tendrá su espeluznante
imagen color sangre seca inundando el zócalo. Pero a la legitimidad ya renunciaron.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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