LAS PEORES CAMPAÑAS DE LA HISTORIA
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Imagen: Voto Informado |
Con
34 candidatos asesinados al corte del 31 de mayo, no es un exceso señalar que
estas elecciones se han teñido de sangre, ante la complacencia de autoridades
que en lo único que centraron su atención fue en su interés político, dejando
completamente a la deriva a la ciudadanía que se debate entre acudir o no a
votar este domingo 6 de junio.
Además,
dicha violencia se dirigió con especial virulencia hacia las mujeres. De
acuerdo con la asociación civil “Observatoria Ciudadana Todas MX”, 21 de esos 34 asesinatos cometidos
durante este periodo fueron de mujeres, el 60 por ciento, lo que coloca a
las campañas que este día terminan como las más violentas para ellas en
particular.
Los
estados en
los que hubo el mayor número de reportes de violencia política de género fueron
Veracruz, Puebla, Yucatán, la Ciudad de México y Michoacán.
Entidades donde las autoridades no solo hicieron nada para contener y sancionar
las agresiones, sino que incluso atizaron el fuego con políticas represivas
hacia la protesta social, como es el caso particular de los gobiernos de dos de
los peores gobernadores del país: el veracruzano Cuitláhuac García Jiménez y el
poblano Miguel Barbosa.
Aunado
a ello, los partidos políticos también pusieron de su parte… pero para que las
campañas fueran un verdadero asco: carentes de propuesta, sin ideas claras,
llenas de clichés, centradas en la pura mercadotecnia y no en las necesidades
del país y en su mayoría, basadas en el absurdo y hasta en la ridiculización de
candidatos que creyeron que entre más idiotas se vieran y escucharan, más
“populares” serían.
Lo
único que lograron realmente fue producir tal sentimiento de hartazgo, que la
llegada a su final de este periodo de verdad que ha causado un sentimiento de
alivio porque se dejarán de ver y escuchar sus miles de spots sin sentido;
porque se retirará su basura propagandística de las calles y porque la gran
mayoría de ellos –con sus muy honrosas y rarísimas excepciones- regresarán a
donde pertenecen: a la nada.
El
problema es que el sistema político electoral mexicano sale carísimo como para
que definir a nuestras autoridades y representantes se reduzca a la mera movilización
de las estructuras de los partidos y los gobiernos el día de los comicios. Es
urgente renovar las reglas de las campañas. Obligar a los candidatos y a los
partidos a aprovechar los recursos que se gastan en ellos y sancionarlos, por
ejemplo, si se niegan a acudir a los debates oficiales organizados por la autoridad
electoral. Si no son regalados.
Y
también es de una imperiosa necesidad castigar de manera ejemplar las
violaciones a las reglas electorales y a la Constitución en las que incurrieron
en todos los niveles de gobierno, pero con especial incidencia desde la
Presidencia de la República. Un tibio apercibimiento sale demasiado barato en
comparación con una victoria en una gubernatura o con la obtención de una
mayoría legislativa. Los violadores de las leyes pagan con gusto ese precio.
Hay que aumentárselos a la diezmilésima potencia.
Para
ello se requieren instituciones fuertes, verdaderamente autónomas para
fiscalizar y llamar a cuentas a todos los actores políticos. En buena medida
eso es lo que está en juego este 6 de junio: la posibilidad de recuperar un equilibrio
de fuerzas que obligue a la negociación en lugar de la imposición, o la
concentración del poder en una sola figura, con las consecuencias autoritarias
que estamos sufriendo desde ya.
Las
perspectivas no son halagüeñas. Las peores campañas de la historia no tendrían
por qué producir algo diferente. Pero la única manera de incidir en ese
panorama, en el presente y el futuro del país es saliendo a votar. Es una
responsabilidad intransferible.
Email:
aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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