EL COSTO DE LA NEGLIGENCIA CRIMINAL
Gráfico: Secretaría de Salud federal |
Este lunes 25 de enero, en medio de la
histeria mediática y en redes sociales por el contagio por covid-19 del
presidente Andrés Manuel López Obrador, México superó oficialmente los 150 mil
muertos a causa de la pandemia.
El escenario se torna dantesco si tomamos en
consideración que el número real de fallecimientos superaría los 450 mil. Pero
tan solo las cifras oficiales revelan la magnitud de una tragedia que tiene
responsables muy claros.
De minimizar la peligrosidad de la enfermedad
a privilegiar la política por encima de la salud y la vida de los ciudadanos,
el gobierno federal, incluidos López Obrador mismo y el subsecretario que se
creyó “rockstar” y hasta “presidenciable”, Hugo López Gatell, cargan sobre sus
hombros –y sus conciencias- con el peso principal de una gestión desastrosa,
sin rumbo, sin una estrategia consistente y, lo más ruin y miserable, dominada
por los intereses y cálculos electorales.
Tan solo valgan dos botones de muestra: la
decisión de abrir las actividades a mitad de 2020 a una supuesta “nueva
normalidad” cuando los contagios y muertes seguían en ascenso, bajo el
argumento de que no se podía sacrificar la economía y al sector productivo…
para el cual no existió –a diferencia de otros países- apoyo alguno del
gobierno para que soportara el vendaval, pues el presupuesto público está
concentrado en programas clientelares y en obras faraónicas superfluas.
Por las mismas razones –y he aquí el otro
ejemplo- es que tras un número ínfimo de vacunas que llegaron a finales de 2020
y principios de 2021, de buenas a primeras México se quedó prácticamente sin
más dosis del biológico –lo cual intentó justificar el presidente con una
mentira que no soportó ni un día-, lo que ahora desesperadamente buscan cubrir
con un producto ruso del cual no hay pruebas suficientes de su efectividad.
Pero para no ir muy lejos, en el estado de
Veracruz se registró en fechas recientes un caso que diáfanamente explica lo
que la actual administración federal ha provocado en los servicios públicos de
salud por su incompetencia, ignorancia e indolencia, lo cual, hablando de la
gestión gubernamental, es sinónimo irrefutable de corrupción.
El pasado viernes 22 de enero, en el Hospital
General Regional (HGR) No. 1 de Orizaba del Instituto Mexicano del Seguro
Social –que atiende a pacientes de covid-19- se registró una crisis de falta de
oxígeno, de la que se supo primero a través de las versiones de los familiares
de los internados y que un día después fue confirmada por la propia Oficina de
Representación en Veracruz Sur del IMSS, a cargo de Célida Duque Molina.
El organismo dio a conocer que “se registró
una variación en la presión de oxígeno, por lo que de manera inmediata se
habilitaron los tanques criogénicos de reserva, así como de los tanques T con
los que cuenta la unidad”. Pero “pese a los esfuerzos médicos, lamentablemente
ayer se registraron tres fallecimientos de pacientes en estado grave de salud”
(sic). Aunque versiones recabadas entre los afectados apuntan a que las
víctimas ascienden a por los menos 16.
A pesar de lo que indudablemente se trata de
una irresponsabilidad mayúscula en ese nosocomio que directamente les costó la
vida a esas personas, la delegación sur del IMSS todavía señaló que “se
investiga si los decesos están relacionados con este incidente” y que “se
inició una evaluación técnico-médica exhaustiva para el deslinde de
responsabilidades”.
La absoluta ausencia de empatía de la “4t”
con el dolor de miles y miles de mexicanos tiene como exponente máximo al
propio López Obrador. Durante toda la pandemia se negó sistemáticamente a usar
cubrebocas en sus giras y actos públicos y entre él y el “doctor Muerte”
desalentaron su uso. Además, con sus decisiones, dejaron a la gente sin más
alternativa que salir a la calle a enfrentar al virus para no morir de hambre.
Incluso, a sabiendas de que desde el pasado
sábado presentó síntomas de covid-19, el presidente todavía salió de gira el
domingo, anduvo sin protección en los actos públicos a los que asistió y abordó
dos vuelos comerciales. Y este mismo lunes, durante la llamada que asegura
haber sostenido con el presidente ruso Vladimir Putin, tampoco usó mascarilla y
por lo menos debieron estar unas dos o tres personas acompañándolo en su
oficina en palacio nacional.
El costo de esa negligencia criminal es
altísimo.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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