NO PAGO PARA QUE ME PEGUEN (SINO PARA QUE ME ALABEN)
Fotografías: archivo |
“¿Una empresa mercantil, organizada como
negocio profesional, tiene el derecho a que el Estado le dé publicidad para que
sistemáticamente se le oponga? Ésta, señores, es una relación perversa, una
relación morbosa, una relación sadomasoquista que se aproxima a muchas
perversidades que no menciono aquí por respeto a la audiencia. Te pago para que
me pegues. ¡Pues no faltaba más!”.
Lo anterior fue pronunciado un 7 de junio de
1982, durante los “festejos” por el “Día de la Libertad de Prensa” por el
entonces presidente José López Portillo para justificar el boicot publicitario
que su gobierno había decretado unilateralmente en contra de la revista
Proceso, dirigida por el periodista Julio Scherer García, quien seis años antes
ya había sido víctima de un complot (de los de a de veras) orquestado por el
anterior mandatario, Luis Echeverría Álvarez, para echarlo de la dirección del
periódico Excélsior.
Proceso se había convertido –al igual que
Excélsior con Echeverría- en la “piedra en el zapato” de López Portillo, que
para entonces ya lidiaba con la ruina económica a la que sus malas decisiones y
el despilfarro de los años del “auge petrolero” y la “administración de la
abundancia” habían conducido al país.
En su alocución de aquel 7 de junio de 1982,
López Portillo sentenció que “frente a las empresas mercantiles que viven de la
publicidad y que de ella obtienen anuncios no altruistas (…), sino que quieren
hacer negocio con la publicidad del Estado, hablando sistemáticamente mal del
Estado para frustrar los propósitos que el Estado tiene al hacer publicidad,
ahí estamos en una relación perversa que debemos vigilar”. Ese episodio fue
popularmente conocido como “no pago para que me pegues”.
Anclado política, emocional e ideológicamente
en esa época, el lopezobradorismo -heredero en línea directa del
lopezportillismo- repite esas mismas prácticas como si siguiese un manual
acerca de cómo socavar la crítica y la pluralidad de ideas y voces, ya sea
presionando concesionarios de telecomunicaciones para desaparecer del cuadrante
a quien no doble la cerviz ante el poder o considere su “enemigo”, o aplicando
exactamente la misma fórmula del “no pago para que me pegues” a publicaciones
que no adulen al “emperador” y su “traje nuevo”.
Este jueves, fue publicada en el Diario
Oficial de la Federación una circular emitida por la Secretaría de la Función
Pública (SFP) –que encabeza Irma Sandoval, integrante del ala más radical del
lopezobradorismo- en la que para oprobio histórico del actual régimen se
instruye a las dependencias de la administración pública federal, a las
empresas productivas del Estado y hasta a los estados de la Federación que
“deberán abstenerse de aceptar propuestas o celebrar contratos con la empresa
Nexos Sociedad, Ciencia y Literatura”, a la cual le fue impuesta además una
inhabilitación como proveedora del gobierno por un plazo de dos años y el pago
de una multa no especificada en el documento, pero que la editorial dio a
conocer y que asciende a prácticamente un millón de pesos.
En la circular de la SFP no se explicita el
motivo de la sanción, pero en su postura sobre el veto del gobierno, Nexos
señaló que “la decisión surge de la revisión de un proceso burocrático del año
2018. Aquel año Nexos ganó una adjudicación del Instituto Mexicano del Seguro
Social y obtuvo una página de publicidad por 74,000 pesos. El contrato se
cumplió entonces en todas sus fases, el anuncio fue publicado y pagado a
satisfacción de las partes”.
La publicación acusó que “la sanción que
Nexos recibe ahora es sintomática de la atmósfera de hostilidad contra los
medios críticos que impera en el gobierno. No es un hecho aislado, es una señal
más de la intolerancia oficial a la crítica, al pensamiento distinto, a la
diversidad de opiniones, en última instancia, a la libertad de expresión” y
aseguró que no reciben publicidad oficial federal desde 2018.
Independientemente de la biografía personal
de sus directivos y sus relaciones con el poder a lo largo de los años, Nexos,
al igual que otras publicaciones como Proceso, Letras Libres, etcétera, Siempre!,
entre muchas otras, forman parte de la necesaria diversidad en la expresión de
las ideas que caracterizaría a un régimen democrático. Pretender ahogarlas por
la vía publicitaria es un signo de ese totalitarismo bananero que cree que los
recursos destinados a la difusión gubernamental son propiedad del gobierno y no
bienes públicos cuya asignación debe ser transparente y equitativa.
Baste recordar que un reporte reciente sobre
el gasto gubernamental en publicidad oficial demuestra que todo sigue igual en el
gobierno de la mal llamada “cuarta transformación”, que privilegia con dinero
público a unos cuántos. Y si son “aliados” –eufemismo para no llamarles
cómplices-, como en el caso de Ricardo Salinas Pliego, con mayor razón.
Pero en el gobierno de López Obrador no solo
no pagan para que les peguen. A sus textoservidores más abyectos los nombran
cónsules o embajadores. O bien los promueven para recibir “doctorados honoris
causa” -como aquel que le dieron a Arturo “El Negro” Durazo, irónicamente en el
mismo sexenio de López Portillo- aunque no sepan ni escribir.
Ese lejano 7 de junio de 1982, a nombre de
los periodistas, Francisco Martínez de la Vega –fundador de Siempre! con José
Pagés Llergo- manifestó ante López Portillo –tal cual lo relata Julio Scherer
en su libro “Los Presidentes”- que “cuando la autoridad sataniza a un
profesional o a una publicación, algo falla en esa relación, pues basta que se
haga pública la hostilidad de una autoridad hacia algún órgano periodístico
para que la existencia de ese órgano se haga casi imposible, ya que sobran
quienes, en todos los sectores, prefieren halagar a la autoridad que mantener
una relación normal con el periodista y su publicación satanizados. No puedo
soslayar que esta situación es preocupación grave para el periodismo mexicano”.
Así se siente retroceder casi 40 años.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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