TIRADOS COMO PERROS
El maltrato que sufrieron los integrantes del grupo “Son de Madera” y otros miembros de conjuntos artísticos veracruzanos en su traslado al Festival Cervantino esta semana, más que un “accidente logístico” o una mera desatención, es en realidad síntoma de una política cultural que en Veracruz desprecia a sus protagonistas. Que los instrumentaliza para la foto oficial y los aprovecha para alimentar la narrativa propagandística, pero que los humilla en el camino. No es la primera vez. Y lamentablemente, no parece que vaya a ser la última.
Este año, el estado de Veracruz, junto con el
Reino Unido, son los invitados especiales a la edición 53 del Festival
Internacional Cervantino, uno de los más importantes referentes culturales de
Iberoamérica. La cartelera de actividades relacionadas con la cultura
veracruzana es bastante amplia y supone una enorme oportunidad para promover a
la entidad, incluso, como se hizo, bajo la frívola consigna de que “Veracruz
está de moda”, eslogan de la administración de Rocío Nahle que, sin duda, la
define bien.
Con todo y ello, el escaparate es gigantesco y
debería aprovecharse la vastísima riqueza cultural y artística con la que
cuenta la entidad para proyectar una imagen diferente a la que ha definido a
Veracruz los últimos años: la de la corrupción desmedida y la violencia sin
freno. Sin duda, este estado también es creación, y no solo destrucción.
Por eso resulta absurdo, estúpido,
incomprensible, que la Secretaría de Cultura de Veracruz (SECVER), haya
cometido la pifia con la que inició la participación de la delegación
veracruzana en el festival y que vuelve a exhibir su falta de sensibilidad,
planeación y respeto.
¿O cómo se explica que un grupo de músicos
reconocidos a nivel nacional e internacional, como los integrantes de Son de
Madera y de las otras agrupaciones artísticas involucradas, hayan sido
embarcados en un viaje de varias horas en un autobús sin baño y que, a medio
camino, sufrió una explosión en alguno de sus sistemas, seguro por falta de
mantenimiento, dejándolos varados en medio de carreteras donde es sabido que es
muy peligroso transitar? ¿“Tirados como perros”, como ellos mismos denunciaron?
No es tampoco que resulte tan sorprendente,
valga decir. Esta misma Secretaría, que “dirige” Xóchitl Molina González, ya fue
responsable antes de otro agravio: cuando durante un acto oficial en lugar de
pagarles un alojamiento real, mandó a artesanos veracruzanos a dormir en el
suelo de un edificio público. ¿Qué tipo de sensibilidad puede tener una
funcionaria que ve en los artistas y artesanos simples piezas decorativas,
prescindibles, desechables?
Lo que esto reafirma es la visión
profundamente utilitaria de la cultura del actual gobierno de Veracruz: los
artistas son útiles mientras adornan el discurso oficial, pero prescindibles
cuando se trata de garantizarles condiciones dignas. Se presume la presencia de
Veracruz en el Cervantino, pero se hace mutis acerca del abandono en el que se
dejó a quienes la hacen posible.
No por nada, la gobernadora Rocío Nahle no ha
dado marcha atrás en su intención de fusionar la Secretaría de Cultura con la
de Turismo. Es así como la conciben, como un acto folclórico que les genere
alguna retribución, económica o política, y no como expresión viva de la
sociedad, que merece respeto, inversión y cuidado.
¿Cuánto tiempo más la comunidad artística
seguirá aguantando con la cabeza agachada?
Sin
tibiezas
Si el grueso de la comunidad universitaria
hubiese tenido desde el principio los arrestos, valentía y las gónadas del
académico Raúl Varguez, que le plantó cara a Martín Aguilar y sus secuaces en
Poza Rica durante unos “diálogos” que fueron concebidos realmente como
monólogos, otra sería la situación de la Universidad Veracruzana en este
momento.
Email: aureliocontreras@gmail.com
X: @yeyocontreras
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