EL DESPILFARRO Y LA CORRUPCIÓN EN DOS BOCAS
Fotografía: Presidencia de la República La refinería “Olmeca” de Dos Bocas, Tabasco, una de las obras “insignia” del sexenio de Andrés Manuel López Obrador, es un verdadero pozo… y no precisamente de petróleo. El sobrecosto de la obra ha alcanzado niveles francamente demenciales, producto de la mala administración, la pésima gestión y, muy probablemente y contra lo que arguye el presidente, de la brutal corrupción que la ronda. Unos días después de asumir el poder, en diciembre de 2018, Andrés Manuel López Obrador anunció que la refinería de Dos Bocas, una de las tres obras faraónicas de su administración y con la que según México recuperaría su “soberanía energética”, tendría un costo de más de ocho mil millones de dólares. Un gasto que desde un inicio se antojaba excesivo, por innecesario. Y que sin embargo, siempre fue una cifra alejada de la realidad. Tanto así, que ninguna empresa privada se comprometió a hacer una obra de esa magnitud en el plazo exigido –tres años- y men