DESPIDOS, REVANCHAS Y ELECCIONES
Fotografía: Fotover |
Una de las medidas tomadas por la
administración de Miguel Ángel Yunes Linares que más descontento y críticas ha
generado es el despido generalizado, a tabla rasa, de burócratas del gobierno
estatal.
Es verdad que ante cualquier cambio de
gobierno, en cualquiera de sus niveles, lo natural es que quienes asumen el
poder lleguen con sus propios equipos, con la gente con la que buscarán poner
en funciones planes y programas que, al menos en el papel, han trabajado,
analizado y estructurado con antelación.
El cambio de mandos y hasta de personal
operativo en un gobierno naciente es pues, algo normal e incluso podría
pensarse que hasta saludable para refrescar las maneras de ejercer el servicio
público. Pero siempre y cuando se haga con estricto apego a la legalidad.
Incluso desde antes de que entrara en
funciones la nueva administración estatal en Veracruz, los empleados del
gobierno saliente denunciaron malos tratos e incluso vejaciones de parte de
quienes llegaban a encabezar los trabajos de entrega-recepción por parte del
candidato triunfador de los comicios del 5 de junio pasado, quienes tildaban a
los empleados gubernamentales de “corruptos” y “cómplices” del saqueo del
duartismo.
Esa actitud se elevó a la enésima potencia
una vez que entró en funciones el gobierno de Miguel Ángel Yunes Linares. En
todas las dependencias comenzó una suerte de “cacería de brujas” en la que se
comenzó a despedir personal sin mayor justificación. Y si la llegaba a haber,
se remitía a la cantaleta de ser “cómplices de Duarte”, como si por las manos
de los empleados de las distintas oficinas hubiera pasado un solo peso de los
miles de millones que sí se robó el ex gobernador prófugo de la justicia y su
camarilla, por cierto, impunes todos ellos hasta la fecha.
Pero el mayor problema no es que se despida a
un trabajador de confianza cuyo ciclo en una administración terminó, sino que
se pretenda hacerlo sin pagarle lo que por ley le corresponde, como una
liquidación, su quincena corriente y su aguinaldo completos.
Y eso es lo que ha sucedido en la mayoría de
los casos. A los empleados se les ha aplicado “manita de puerco” para que
acepten liquidaciones muy por debajo de lo que la ley establece, cuando se las
han ofrecido. En otros casos, los más temerosos han aceptado irse con las manos
vacías. Varios más, se aprestan para ir a una batalla judicial que tomará
varios años y que no le tocará asumir a la presente administración, que durará
solamente un bienio.
Sin duda, erradicar del gobierno a la gente
que cobraba sin trabajar o que no cubría mínimamente el perfil para ocupar un
espacio laboral, más que el de ser recomendado de alguien, era algo que se
tenía que hacer, por pura supervivencia de una administración que inició en
números rojos. Pero meter a todos los trabajadores gubernamentales en la misma
bolsa, humillarlos y encima cubrir sus puestos de trabajo con personal traído
de otros estados, como la flotilla de poblanos que aterrizó en dependencias
como el DIF estatal, es injusto y contraviene el propio discurso de campaña del
gobernador Miguel Ángel Yunes Linares.
Tan grande se hizo el problema, que la propia
dirigencia estatal del PAN tuvo que salir a pedirle al gobierno estatal revisar
la manera como se está llevando a cabo el despido de burócratas y ajustarse a
lo que marca la ley. No por bondad, sino porque este año hay elecciones
municipales en la entidad.
Lo más irónico es que muchos de esos
burócratas que están siendo echados a la calle –varios de ellos eficientes y
talentosos servidores públicos, que nada tuvieron que ver con la procacidad de
los altos funcionarios duartistas- votaron por Miguel Ángel Yunes Linares el
pasado 5 de junio. Y seguramente recordarán este momento, frente a las urnas,
dentro de medio año. Con mayor razón, en 2018.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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