EL AUTOGOLPE
No es asunto menor ni una “volada” del
presidente su idea de someter a “consulta” la militarización del país.
Luego de que en el Senado se frenó
momentáneamente la reforma constitucional para extender hasta 2028 la presencia
de las fuerzas armadas en tareas de seguridad pública, redactada en Palacio
Nacional y presentada en la Cámara de Diputados por un PRI en calidad de
“patiño”, el presidente Andrés Manuel López Obrador respondió con el único
argumento que tiene a mano: la demagogia, en forma de consulta popular.
“Me gustaría que se difunda en todo el país y
que no decidan cupularmente, o que no decidamos cupularmente, que es el pueblo,
todos, y que todas las dudas que haya se aclaren y se argumente a favor, se
argumente en contra, y luego ver cómo recogemos los sentimientos de la gente”,
dijo, al tiempo que se echó a andar la maquinaria propagandística del régimen.
Con su proverbial desprecio por la legalidad
cuando ésta le estorba, López Obrador afirmó que la “consulta” no la
organizaría el INE, como establece la Constitución, sino la Secretaría de
Gobernación. Obvio, para “cantar” el resultado que ellos quieran “aun cuando no
sea vinculante”.
Algo así como cuando se “cayó el sistema” en
las elección presidencial de 1988 y después de ir perdiendo, salió “victorioso”
el candidato del PRI Carlos Salinas de Gortari. Comicios cuya organización
estuvo en manos, precisamente, de la Secretaría de Gobernación, cuyo titular en
ese entonces no era otro que Manuel Bartlett, antes acusado por la izquierda de
delincuente electoral –entre otras cosas- y hoy “ínclita” figura de todo lo que
representa la “4t”. Literalmente.
A todas luces, se trata de una intentona
completamente fuera de la mínima normalidad legal. No solo porque la única
institución facultada constitucionalmente para organizar consultas populares es
el Instituto Nacional Electoral, sino porque la misma Constitución prohíbe
someter a este tipo de ejercicios temas relacionados con la seguridad nacional
y el funcionamiento de las fuerzas armadas.
A la letra, el texto constitucional establece
en el artículo 35, fracción VIII, numeral 3, que está prohibido realizar
consultas sobre “la seguridad nacional y la organización, funcionamiento y
disciplina de la Fuerza Armada permanente”. Por el camino legal, no hay para
dónde hacerse. Pero ya sabemos que la ley no le importa a la “cuatroté”.
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