FUERA DE CONTROL
Fotografía: archivo |
Nueve meses y más de 115 mil muertos
–oficiales- después del inicio de la pandemia en México, el gobierno de Andrés
Manuel López Obrador pretende asumir las responsabilidades que criminalmente evadió
primero.
En una actitud que más que infundir confianza
provoca terror por lo que en realidad significa, el presidente ahora sí llama a
la población a no salir, a quedarse en su casa durante las siguientes semanas.
Algo que debió haber hecho desde el mes de marzo, cuando pedía a los mexicanos
no dejar de acudir a restaurantes. ¿Por qué ahora sí?
Pues porque la realidad le explotó en la
cara. Los contagios por el coronavirus SARS-CoV-2 se multiplican sin control en
diversas regiones del territorio nacional, aunque solo se ponga especial
énfasis en la Ciudad de México, y por lo cual el sistema hospitalario del país
-tanto público como privado- está en riesgo de colapsar este fin de año.
¿Y la pandemia domada? ¿Y el gran número de
camas con ventilador disponibles incluso en el pico de los meses de abril, mayo
y junio? Simple evidencia de que se trató de una monstruosa simulación, de un
engaño para aparentar que se atendía con prontitud y atino una emergencia cuyos
efectos y alcances fueron subestimados, minimizados, cuando no francamente
ignorados, en función de quién sabe qué clase de prejuicio o teoría
conspiranoica.
Lo que no ha cambiado en la recta final de
este fatídico 2020 es la propensión natural del régimen de la mal llamada
“cuarta transformación” a “lavarse las manos” y dejar en la población la
decisión de resguardarse o no, de reunirse o no. De matarse y, de paso,
provocar la muerte de muchos otros que ni siquiera tuvieron la oportunidad de
optar por su propio destino.
“Libertad de elección” claman desde la
comodidad de sus mansiones y sus enormes recursos económicos buitres como el
empresario “estrella” del lopezobradorismo, Ricardo Salinas Pliego, abierto
opositor del confinamiento e infractor reiterado de las medidas sanitarias
oficiales en sus negocios, en donde lo que en realidad priva es su “libertad”
de explotar a sus trabajadores, a costa de su salud y su vida.
Pero en situaciones de emergencia como la que
se vive y sobre la que el gobierno nunca tuvo ninguna clase de control, no hay
libertad individual que esté por encima del interés colectivo. La salud pública
no puede estar supeditada a las supercherías de un político anacrónico, ni a
las fanfarronadas de diputados ignorantes. Mucho menos a los intereses de una
casta verdaderamente privilegiada e intocada por quienes se ensañan con la
sociedad de la que se sirven, a la que manipulan, pero que en realidad
desprecian profundamente.
Es por esa razón que las autoridades se
niegan a tomar decisiones que pueden ser duras, seguro altamente impopulares,
pero necesarias. A pesar de tener un ritmo de contagios prácticamente idéntico
al de los momentos más críticos de mitad de año, no solo no se decreta el
semáforo rojo en las regiones más afectadas, sino que se cometen estupideces
como la de colocar en verde a estados como Veracruz, provocando exactamente el
efecto contrario a sus llamados. Y en el colmo del cinismo y la
irresponsabilidad, los que aplicaron el sistema de semaforización para lanzar a
la población a la calle con su “nueva normalidad” ahora dicen, como el
subsecretario López Gatell, que los semáforos son intrascendentes. No por nada
se ganó a pulso el mote de “doctor Muerte”.
La vacuna tampoco representará una solución
probablemente ni en el mediano plazo en México, pues no se cuenta con la
infraestructura necesaria para almacenarla y conservarla, amén de que su
aplicación a una población de más de cien millones de personas requiere una
cantidad de recursos que difícilmente el régimen dejará de dirigir a la
política electoral, que es lo que en realidad le ocupa y preocupa.
Eso sí, que no quepa la menor duda de que la
“4t” que pasará a la historia. Pero no de la manera en que, en su megalomanía,
deliran.
Asueto
Para tomar un respiro, recuperar energías y
por salud mental, la Rúbrica y su autor se tomarán un descanso de fin de año. A
sus editores y lectores, muchas gracias y felices fiestas. Abrácense.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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