UNA PÉSIMA ADMINISTRACIÓN
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Fotografía: Cuartoscuro |
Si de algo se vanaglorian en su discurso todos
los gobiernos surgidos del lopezobradorismo es de aplicar medidas de
“austeridad republicana” en todas las áreas de la administración pública.
Lo primero que sacan a colación son las
reformas legales en materia de remuneraciones de los servidores públicos, con
las cuales se ha pretendido que el sueldo asignado al Presidente de la
República -de poco más de 131 mil pesos mensuales- sea el parámetro para fijar
el tope salarial de los funcionarios en México.
Sin embargo, además de la oleada de amparos que
provocó esta medida por su inconstitucionalidad, ha quedado evidenciado en más
de un caso que dicha disposición es una mera simulación, pues varios servidores
públicos en México continúan percibiendo ingentes emolumentos que superan a los
del Presidente -como la directora del Conacyt, María Elena Álvarez Buylla, que
en su declaración patrimonial de 2019 reportó más ingresos que el titular del
Ejecutivo federal- y que se alejan por mucho de la “austeridad republicana” que
pregonan y que se reduce a ser un mero ardid propagandístico.
Sin embargo, bajo ese argumento la
autodenominada “cuarta transformación” -que en el colmo de la autocomplacencia
y la megalomanía ya quiere hasta imponer su culto en el calendario cívico- se
ha dedicado a desmantelar instituciones, a desaparecer programas que eran de
enorme ayuda para sectores desprotegidos y a destruir a su paso todo lo que
puede y que no le sea atribuible a la “4t”.
En ese tenor es que se dejó sin recursos a la
atención de niños con cáncer en el sector público de la salud, se
desaparecieron las estancias infantiles, se cortaron recursos para los
albergues que brindaban atención a mujeres violentadas y a las asociaciones que
las apoyaban en tratamientos contra el cáncer de mama, por mencionar algunos de
los rubros de las políticas de “ahorro” del gobierno federal, que replican
todos los gobiernos estatales y municipales afines a esta corriente política e
ideológica.
Según la Secretaría de Hacienda y Crédito
Público, esas directrices le significaron al gobierno federal ahorros por cinco
mil 942 millones de pesos durante el ejercicio fiscal de 2019, lo que además
habría representado una reducción en el gasto público del orden de 43 por
ciento respecto del año anterior.
Entonces la pregunta obvia es ¿por qué no le
alcanza el presupuesto para nada al gobierno? ¿Por qué quitarle a las
dependencias federales 75 por ciento de sus recursos? ¿Por qué tiene que
dictaminar disposiciones tan drásticas como indignas, que van desde restringir
a la burocracia el uso de instrumentos de trabajo básicos como las computadoras,
hasta “pichicatearles” el uso del agua de los baños? ¿Por qué ahora los
empleados gubernamentales tienen incluso que hacer aportaciones “voluntarias”
de su salario para “fondear” a un gobierno evidentemente desfondado?
Entre otras explicaciones, podríamos referir
que porque no hay dinero que alcance para financiar su costosísima operación de
programas sociales clientelares, que para 2020 contemplaban un gasto de 300 mil
millones de pesos; o para el obsoleto proyecto de refinería en Dos Bocas, que
podría sangrar al erario hasta por más de 190 mil millones de pesos hacia el
final de su construcción y que cuando se le cuestionó al presidente López
Obrador sobre la posibilidad de detenerlo a causa de la emergencia sanitaria - que hasta la noche de este lunes ha provocado
la muerte de 39 mil 485 mexicanos-, éste dio una de esas respuestas que lo
pintan de cuerpo entero: “¿de qué quieren su nieve?”.
Pero hay una inferencia que enmarca mucho mejor
y en su conjunto las prácticas de la “4t”: porque son pésimos administradores,
que derrochan los recursos de los mexicanos sin freno, sin rumbo y sin
vergüenza.
Eso, por cierto, también es corrupción.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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