VULNERABILIDAD EXHIBIDA
Dice un popular refrán que “no hay borracho que trague lumbre”. Algo así parece haber sucedido estos últimos días en la relación bilateral entre México y Estados Unidos. Como ya lo han mencionado algunos analistas, la primera escaramuza entre Claudia Sheinbaum y Donald Trump concluyó más o menos como ambos lo calcularon: la presidenta mexicana no se “acalambró” –mucho- con la amenaza de la imposición arbitraria de aranceles a las exportaciones hacia Estados Unidos –aunque sí hubo otro elemento que la sacó de balance- y esperó a ver qué es lo que en realidad le pedía el empresario metido a político, que se hizo rico precisamente coaccionando a sus “socios”. Y él, a su vez, obtuvo lo que quería: una muestra de sometimiento para mantener el “show” en su territorio. Trump sabe perfectamente que gravar con 25 por ciento los productos mexicanos que se exportan a la Unión Americana sería tan dañino para la economía estadounidense como para la nuestra. Así que se trató más bien de un...