UNA TUMBA ABIERTA POR LA INDOLENCIA Y LA SOBERBIA
Fotografía: Notimex |
Para Ernesto Viveros
En su memoria
Ante la incapacidad manifiesta para hacer
frente de manera responsable a emergencias como la de los feminicidios, y en
general a los problemas del país, el régimen de la autodenominada “cuarta
transformación” echa mano del más gastado –y pobre- de sus recursos de
escapismo: el viejo truco de echarle la culpa de todo al neoliberalismo.
No bien había pasado una tormenta para el
gobierno de Andrés Manuel López Obrador por su torpe respuesta a las protestas
de grupos feministas y a los airados reclamos por su inacción e indolencia ante
la oleada de feminicidios en el país, cuando una nueva tragedia, el asesinato
miserable y salvaje de una pequeña de siete años, mantuvo este tema en el
centro de la discusión pública este lunes.
De igual manera que la semana pasada, un
gobierno timorato y cobarde buscó eludir sus responsabilidades a toda costa,
buscando en cambio seguir peleando con los fantasmas del pasado, esos causantes
de todos los males que, no hay que olvidarlo, quienes hoy tienen el poder
prometieron solucionar.
Para el presidente López Obrador, la culpa de
todo es del “neoliberalismo” y que lo que se necesita en México es “seguir
moralizando, purificando la vida pública” a través de entelequias como la
dizque “constitución moral”, mientras llama a dejar de lado “lo material, lo
que deshumaniza”.
A un problema social y de índole criminal que
se le ha salido de las manos al régimen, el presidente respondió con sermones,
evidenciando de nueva cuenta que vive en otra realidad, en la de su megalómana
aspiración a convertirse en una especie de “héroe patrio” por el simple hecho
de haber ganado la Presidencia de la República. Como si para ganar un lugar en
las efemérides históricas no hiciera falta hacer nada más desde ese espacio. Por
ejemplo, gobernar.
La respuesta de otros actores de la llamada
“4T” ha sido tan o más lamentable que la del propio titular del Ejecutivo
federal. Verbigracia, en el caso específico de la pequeña de siete años
ultrajada y asesinada, que respondía al nombre de Fátima, desde el gobierno de
la Ciudad de México se filtraron documentos en los que se hace referencia a
entornos de violencia en su ámbito familiar, mientras que la propia fiscal
capitalina, Ernestina Godoy, declaró en medios de comunicación sobre supuestos
problemas mentales de los padres, buscando cargarles la culpa y
criminalizándolos. Como si con eso se justificara el atroz crimen.
La ausencia de empatía y solidaridad del
lopezobradorismo con las víctimas de la violencia en general –ahora hay que
respetar a los criminales, pues también son seres humanos, dice López Obrador-
y con las mujeres violentadas en particular, ha abierto un boquete en el
régimen, quizá el único que realmente lo ha hecho tambalear luego de poco más
de un año de desatinos que poca mella le habían causado.
El enojo, la desazón y el desengaño se
extienden entre un número cada vez más grande de personas que creyeron en las
promesas y se crearon la expectativa de un gobierno que significara un
verdadero cambio y que, en su lugar, solo busca perpetuarse en el poder.
Si no rectifican, la violencia feminicida
será la tierra que cubra una tumba abierta por la indolencia y la soberbia.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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