OÍDOS SORDOS
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Fotografía: Ricardo González |
A los que no estén con nosotros se los comerán los
zopilotes.
¡Viva el Mole de Guajolote!
Manifiesto Estridentista
A casi tres de semanas de haber anunciado la
intención de fusionar las secretarías de Cultura y Turismo, la gobernadora
Rocío Nahle ha ignorado olímpicamente todos los llamados al diálogo y los
justos reclamos de la comunidad artística veracruzana que se opone a este claro
retroceso.
De nada han valido los pronunciamientos, las
explicaciones, los reclamos, los manifiestos ni los argumentos de artistas y
gestores culturales. Para la gobernadora, son como si no existieran. Y eso que
muchos de ellos votaron por ella y su partido en las pasadas elecciones.
Por el contrario, la mandataria –que al
parecer no sabe que ese término significa que tiene un mandato recibido de los
ciudadanos a los cuales se debe, porque no es monarca- aprovechó la última
edición de la Cumbre Tajín para refrendar su idea acerca de que la cultura es
un adminículo del turismo, una herramienta para atraer visitantes y generar
recursos. Y nada más.
Acompañada por la secretaria de Turismo
federal –porque la del estado estaba quién sabe dónde haciendo quién sabe qué-,
Nahle reiteró cuál es su idea al respecto: “turismo y cultura van de la mano y
son la clave para generar empleo y movilidad económica en nuestras
comunidades”. Una burda lógica de mercantilización.
El propio desarrollo del festival dio cuenta
de eso. Reducido a su mínima expresión –el peorcito de su historia, y eso que
con Cuitláhuac García se abarató enormemente-, las escasas manifestaciones de
la cultura veracruzana que se presentaron en la Cumbre Tajín fueron
desarrolladas bajo un esquema de espectacularización, de turistificación a lo
“new age”, para que quienes fueron a la zona arqueológica a “cargarse” de
“buenas vibras” con el equinoccio de primavera, se “entretuvieran” con
actividades que combinaban, sin ton ni son, verdaderas tradiciones populares
ancestrales con inventos de “hipster milenial” de La Condesa “empaquetados”
–precisamente, como “souvenir”- en un supuesto “sincretismo”.
Al parecer eso es lo que le espera a la
promoción cultural en Veracruz en este sexenio al ser difuminada como un sector
más del turismo, con el verdadero propósito de reducir al máximo la inversión
en ese rubro, que claramente no es prioritario para el actual gobierno.
En cambio, la cantaleta propagandística
instalada en eso de que “Veracruz está de moda” deja más que claro lo que se
pretende: aparentar una idílica imagen de un estado en donde hay “fiesta,
cultura y crecimiento” en lugar de asesinatos, violencia y estancamiento, y del
que, por supuesto, como la propia gobernadora declaró en un podcast que le hace
su oficina de Comunicación Social, no hay que “hablar mal” porque “si hablamos
bien vendrán turistas, inversión y desarrollo”. Curiosamente, el mismo
discurso de los gobiernos de Fidel Herrera, Javier Duarte y hasta el de Miguel
Ángel Yunes.
Este jueves, artistas y gestores culturales
marcharon en Xalapa para demandar diálogo al gobierno de Rocío Nahle, que los
volvió a ignorar. Entre ellos, el artista plástico Manuel Velázquez, que acompañó
una foto de su protesta frente al palacio de gobierno con la siguiente
reflexión:
“No acepto que los gobiernos de izquierda
asuman políticas neoliberales fallidas, que la cultura no tenga un presupuesto
digno y que no exista un pago justo para los agentes culturales. Es inaceptable
que los artistas duerman en el suelo de un recinto cultural mientras
funcionarios viajan a España vestidos de jarochos, promoviendo una imagen
superficial de nuestra cultura”.
Enfrente, volvieron a hacer oídos sordos.
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