EL CIRCO JUDICIAL
¿Usted piensa votar en la elección de jueces,
magistrados y ministros del próximo 1 de junio?
Hay quien considera que debe hacerlo, como en
cualquier otra elección de curso legal, que hasta hace poco suponía la posibilidad
real de elegir a las autoridades de los tres niveles de gobierno y a los
representantes populares en el Poder Legislativo federal y de los estados.
Y decimos que suponía porque, como quedó
bastante claro en la elección del año pasado, la certeza de esa posibilidad
quedó hecha añicos luego de la toma del INE por parte del régimen obradorista.
La actuación de las autoridades electorales, empezando por la presidenta
Guadalupe Taddei, fue desastrosa y significó un retroceso democrático que tardará
varias generaciones en revertirse. Tal vez a ninguno de nosotros nos toque ver
retornar la alternancia política que marcó el inicio del siglo XXI.
Pero regresando a la llamada “elección
judicial”, aquí no solo estamos ante una regresión democrática. El atraso que
representa esta pantomima con la que el obradorato gobernante pretende hacer
creer que se “democratizará” el Poder Judicial es justamente lo contrario: se
trata de la demolición de la división de poderes en México para inaugurar, en
pleno, una autocracia en la que no exista más voz que la del partido oficial,
que controlará a todos los poderes de la Unión, pasando por encima de los derechos
de los ciudadanos que estaremos legalmente indefensos ante cualquier atropello
de los poderosos. Incluso, eso ya se empieza a sentir y padecer desde ahora.
Todo el proceso que nos trajo a este punto ha
sido un estercolero. Desde la compra-coacción de un senador corrupto y cobarde
como Miguel Ángel Yunes Márquez -que al “chaquetear” y votar con Morena a
cambio de no ser procesado penalmente permitió la aprobación de una reforma
constitucional que es, en los hechos, un golpe de Estado-, hasta la
insaculación de aspirantes a cargos judiciales vía una tómbola, la eliminación
arbitraria de varios y la inclusión de una abrumadora mayoría de perfiles
afines al régimen, la elección judicial es un sucio ardid para darle cierta
legitimidad política a una imposición autoritaria con tintes de tragicomedia,
de tan burdo y torpe que ha sido el morenato para instrumentar su andanada.
Y si todo el proceso previo ha sido una
caricaturización de la aplicación efectiva de la legalidad, ¿por qué el proceso
de elección con el que culminará el golpe al Poder Judicial sería diferente?
Este domingo comenzaron formalmente las
campañas de los aspirantes a jueces, magistrados y ministros que integrarán el
Poder Judicial de la Federación de la “4t”. En total, se elegirán 881
cargos: nueve ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, dos
magistraturas de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de
la Federación, 15 magistraturas de las salas regionales del TEPJF, cinco integrantes
del Tribunal de Disciplina Judicial, 64 magistraturas de Circuito, así como 386
jueces de Distrito.
Como no podía ser de otra manera, lo que
hemos visto a partir del pasado domingo ha sido una competencia… pero por
demostrar quién es el más patético, ridículo, frívolo y estúpido de los
aspirantes a un cargo desde el que se decide, nada más, sobre la libertad y el
patrimonio de las personas.
Echando mano de las peores estrategias de las
campañas tradicionales para cargos políticos, los aspirantes a juzgadores
juegan a ser ocurrentes, atractivos –ya hasta comenzaron a encuerarse- o
divertidos. Pero terminan simplemente mostrando sus carencias profesionales y
emocionales, a pesar de lo cual podrían llegar a acceder a alguno de los cargos
si cuentan con el debido padrinazgo.
Porque la realidad es que se trata de una
elección totalmente “tamaleada”, en la que las listas de candidatos finales las
“palomearon” en Palacio Nacional, en San Lázaro y en Reforma. No importa quién
llegue, va a llegar a hacer exactamente lo que se espera que haga: favorecer el
control absoluto del régimen sobre la vida de todos los habitantes del país,
que no tendremos defensa ante arbitrariedad o abuso de cualquier autoridad.
Ni siquiera importará que, como es
previsible, la elección judicial sea un fracaso de participación, ante las
reglas y procedimientos absurdos que harán de la votación un proceso complejo,
sin ninguna certeza ni credibilidad sobre los resultados que den a conocer, que
serán los que ellos quieran, pues los ciudadanos ni siquiera van a poder contar
los votos.
¿Usted piensa votar en la elección de jueces,
magistrados y ministros del próximo 1 de junio?
Yo no. Ni loco.
Posdata
Las elecciones de los poderes judiciales
estatales, como el de Veracruz, van a ser exactamente la misma basura.
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