REHENES DEL RENCOR

La descomposición de los procesos electorales locales que se ha vivido en Veracruz los últimos años se debe en gran medida, si no es que en su totalidad, a la disputa entre Fidel Herrera Beltrán y Miguel Ángel Yunes Linares.
Como ya lo habíamos asentado en una entrega anterior de esta columna, la guerra personal que ambos personajes mantienen desde hace más de dos décadas ha secuestrado el devenir de la política en territorio veracruzano. Al menos desde 1997, el encontronazo entre ambos ha sido abierto, y ha marcado la pauta de las elecciones y de muchas de las más importantes decisiones públicas.
Lo más curioso es que Herrera Beltrán y Yunes Linares nunca se han enfrentado directamente en las urnas. Lo más cerca que estuvieron de hacerlo fue en 2004, durante el proceso interno del PRI para elegir candidato a Gobernador.
Pero Miguel Ángel ya no llegó a la asamblea que ungió a Fidel como abanderado del PRI, pues rompió con este partido cuando fue claro que el entonces dirigente nacional tricolor, Roberto Madrazo, había optado por el oriundo de Nopaltepec para que fuera el candidato. Pero en sus enfrentamientos semi-indirectos, ha sido Herrera quien hasta ahora se ha impuesto siempre.
El actual proceso no se escapó de convertirse en un nuevo escenario de la batalla por el poder entre estos hombres. Y quizás haya sido el más virulento, junto con la elección de Gobernador de 2010.
La ciudad de Boca del Río, la que más ha crecido económicamente en los últimos años en el estado de Veracruz, está convertida en un ring donde las huestes de Herrera y Yunes se combaten casi literalmente a muerte. Han desplegado una incesante e intensa guerra sucia a través de mensajes en la Web, el soborno de militantes, espionaje, boicot de eventos, amenazas, hasta el presunto secuestro del candidato panista a regidor Carlos Valenzuela, que encendió los ánimos hasta de los dirigentes nacionales del PRI y el PAN.
Todo es parte de lo mismo, de esa absurda pelea que ha hecho de Veracruz un prisionero de los enconos e intereses de Yunes Linares y Herrera Beltrán, quienes han escogido Boca del Río como el escenario de su siguiente escaramuza porque el antiguo pueblo de pescadores es emblemático: el hijo mayor de Miguel Ángel busca volver a ser alcalde para desde ahí apuntalar las aspiraciones de su padre, o en un momento dado las propias, por hacerse de la candidatura del PAN a la gubernatura en 2016. Y el fidelismo está dispuesto a todo para impedirlo. “Ningún Yunes será gobernador de Veracruz”, habría dicho alguna vez Fidel Herrera.
El odio acumulado a lo largo de los años entre Fidel Herrera Beltrán y Miguel Ángel Yunes Linares ha contaminado la política veracruzana de tal manera que nos ha convertido a todos los habitantes de este estado en rehenes de su rencor. Y no parece que esto vaya a cambiar después del 7 de julio.
Los veracruzanos que queremos vivir en normalidad democrática tenemos algo que decirles a los dos: ya nos tienen hasta la madre.


Twitter: @yeyocontreras

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