EL DESCARO

Es increíble que a estas alturas, a casi un mes de la elección, en Veracruz no haya resultados oficiales de los comicios del 7 de julio. Incluso, el Instituto Electoral Veracruzano ha eliminado de su página Web los preliminares.
Alegarán que los resultados finales serán aquellos que avalen los tribunales electorales, estatal y federal, tras el desahogo de las impugnaciones. Pero el IEV ya debería haber dado a conocer lo que quedó asentado en las actas de cómputo tras las votaciones. No lo ha hecho.
Esto ha provocado la desconfianza de los partidos de oposición, que sospechan que se está urdiendo en las sombras un plan para restarles votos y beneficiar en los cómputos finales al PRI y sus aliados, con el objetivo de otorgarles un  mayor número de diputaciones plurinominales y afianzar una mayoría aplastante en la próxima legislatura local.
La desconfianza no es gratuita. El Instituto Electoral Veracruzano y el Tribunal Electoral del Poder Judicial del Estado tuvieron un desempeño deplorable en el proceso que está por concluir. Actuaron por consigna para echar abajo la alianza PAN-PRD, desdeñaron todas las quejas de los actores políticos de la oposición sobre el uso de recursos públicos durante las campañas y la jornada de votación, minimizaron los hechos de violencia y ahora hasta pretenden hacer creer que hubo una alta participación ciudadana en los comicios, cuando a los ojos de todo el mundo se vivió el abstencionismo más grande de la última década.
El investigador de la Universidad Veracruzana y ex consejero electoral Leopoldo Alafita Méndez –quien integró la Comisión Plural ciudadana del llamado “Pacto por Veracruz”, misma que abandonó tres días antes de los comicios al no existir condiciones para una elección equitativa y justa– lo define muy bien: “no hay certeza de los resultados electorales. Estamos presenciando que los candidatos que el IEV dijo que eran los triunfadores les han dado su constancia de mayoría pero no se ha demostrado cómo ganaron. Hay una opacidad gigantesca y vergonzosa para los ciudadanos de cada uno de los distritos y municipios”.
Y sin embargo, no pasa nada. La impunidad con que se pisotea la ley en Veracruz es de tal magnitud, que el descaro es gigantesco. Pueden hacer lo que quieran. Total, “la ciudadanía les refrendó su confianza” en las urnas y los próximos tres años harán exactamente lo que les dé la gana.
Lo que no han medido es el grave riesgo que esto implica. La bajísima calidad de la democracia en Veracruz no es algo menor. Genera una polarización que se traduce en violencia cuando la gente no ve en la vía democrática el camino para dirimir conflictos, elegir a sus autoridades y decidir el rumbo de sus comunidades.
No parece importarles mucho. Tanto así, que ahora buscarán violar la ley para mantener como alcaldes a quienes en un acto de desmedida y grosera ambición regresaron a sus curules en el Congreso del Estado para cobrar sus jugosas dietas, a pesar de que ya habían sido declarados ediles electos por la autoridad, lo que de acuerdo con el artículo 9 del Código electoral vigente en la entidad, implicaría una renuncia al otro cargo.
Así se las gastan en Veracruz. Pero si van a hacer lo que se les pegue su chingada gana, pues ya ni a elecciones deberían convocar. Al menos, se ahorraría ese dinero, que sale de nuestros impuestos pero se gastan como si fuera suyo.


Twitter: @yeyocontreras

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