PÁJAROS EN EL ALAMBRE
El
escándalo internacional por el espionaje que llevan a cabo las grandes
potencias como Estados Unidos contra países y personas sin importar que sean aliados
o adversarios, dentro y fuera de su territorio, ha colocado en la agenda un
tema delicado por cuanto que se trata de una práctica ilegal e inmoral.
Tampoco
es algo novedoso, para ser sinceros. Estados Unidos ha recurrido al espionaje
desde tiempos inmemoriales. Para no ir muy lejos, las escuchas telefónicas, la
intercepción de correspondencia, la infiltración de grupo opositores, fueron
muy socorridas durante el periodo de la Guerra Fría, en los conflictos con los
países de Medio Oriente y más recientemente en la cruzada contra el terrorismo.
Ahora
se utilizan métodos más sofisticados para el espionaje, siendo la Web la
principal fuente de datos que nutre a los “orejas” al acecho. La masificación
de las comunicaciones vía Internet abrió un nuevo mundo de posibilidades para
estar al pendiente de reales o ficticias amenazas.
México
no es, ni de lejos, ajeno al espionaje. Ya sea que lo practique o que sea la
víctima. Sólo que aquí las escuchas e infiltraciones por razones políticas han
sido el pan de cada día desde hace décadas, y no parece que se vayan a dejar de
utilizarse como instrumentos de presión, chantaje y defenestración, como en las
mejores épocas de la truculenta Dirección Federal de Seguridad.
Veracruz
tiene una larga tradición de espionaje entre su clase política y contra
periodistas, activistas y ciudadanos en general. En la década de los 90 del
siglo pasado, se instaló en el palacio de gobierno, sede del Poder Ejecutivo
estatal, una oficina que se conoció como el “Palomar”, llamada así por ubicarse
en la azotea del edificio.
Ahí
se ejecutaba la intervención de las líneas telefónicas de dirigentes
opositores, reporteros incómodos, líderes empresariales y sociales, a quienes a
partir de la información obtenida se les armaban “fichas” con sus
“debilidades”, llámense vicios, amantes, preferencias sexuales ocultas o
relaciones peligrosas. El encargado de poner en operación esa oficina fue el
actual subsecretario de Gobierno, en ese entonces director de Gobernación
estatal, Enrique Ampudia Melo, quien actuaba bajo las órdenes de quien fungía
como secretario de Gobierno, Miguel Ángel Yunes Linares.
Esas
prácticas no han cesado. En realidad, se dispararon. De 2010 a la fecha, fuimos
testigos en el estado de una escalada de filtraciones de audios, videos y
fotografías para desprestigiar y acusar de supuestos delitos a los enemigos
políticos, aún a sabiendas de que esos materiales, por ser ilegales, no hacen
prueba jurídica alguna, y sin importar a cuántas personas inocentes se
embarrara en ese chiquero.
Y
los medios de comunicación, sin ética ni decoro, en pos del escándalo que
aumente el rating o las ventas, le han hecho el juego a quienes infringen la
ley y muestran con total descaro que nos tienen vilmente “alambreados”.
Mientras
como sociedad sigamos festinando el morbo de las “noticias” obtenidas bajo
procederes ilícitos, sin tomar en cuenta que eso mismo nos hacen a nosotros
quienes tienen el control del aparato de Estado, continuaremos tirando a la
basura nuestro derecho a la privacidad y poco podremos reclamar cuando
cualquiera, ya sea un gobierno extranjero, nacional o local, o bien un
particular, violente nuestra intimidad aduciendo razones de Estado, seguridad
nacional o simples ganas de joder.
Por
lo pronto, cuide sus pasos y sus dichos. Hay demasiados pájaros en el alambre.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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