Y LA VIOLENCIA SE DISPARÓ

No se hizo caso a las señales, y ahí están las consecuencias. El proceso electoral 2013 en Veracruz ya cobró su primera víctima, en el municipio totonaco de Coxquihui, en el norte de la entidad.
Tanto el PRI como el PAN se culpan de haber iniciado la agresión que acabó en un enfrentamiento a balazos. Pero según los reportes de los medios locales, fue el candidato tricolor a la alcaldía de Coxquihui, Reveriano Pérez Vega, a quien se ubica como líder de una pandilla conocida como “Los Pelones”, quien se presentó junto con sus simpatizantes en un mitin del abanderado panista, Lauro Becerra, a cuyos seguidores comenzó a hostigar. El desenlace fue sangriento. Un muerto por atropellamiento cuando intentaba huir de los disparos.
Serán los mandos ministeriales los encargados de fincar responsabilidades en este trágico suceso, el primero que ocurre por causa de la contienda política en curso en Veracruz. Pero sin lugar a dudas, es responsabilidad de las autoridades estatales evitar que sucedan hechos como éstos.
Es de sobra conocido que en la región del Totonacapan, de población mayoritariamente indígena, hay conflictos inmemoriales entre los grupos políticos e incluso familias que ejercen un férreo cacicazgo en una zona en la que no es difícil que a las primeras de cambio, saquen las armas para dirimir sus diferencias. Sin embargo, se pudo haber prevenido que la sangre llegara al río.
Pero todo estaba mal desde que uno de los partidos postuló a un matón como candidato sin que sus dirigentes, ni el Instituto Electoral Veracruzano ni la Procuraduría de Justicia del Estado dijeran algo. Se hicieron de la vista gorda con los antecedentes de este sujeto y en el pecado ahora llevan la penitencia.
Y así como en Coxquihui, hay varias ciudades donde la violencia puede asomarse y salirse de control si no se toman medidas a tiempo para que los contendientes y sus seguidores se conduzcan con civilidad. El apetito por el poder desborda pasiones, cierto, pero eso no quiere decir que se les permita atentar contra la vida de los ciudadanos del Estado.
Por si fuera poco, y aunque no tiene conexión con el tema electoral, un pastor evangélico fue asesinado a puñaladas en Coatzacoalcos, lo que provocó indignación entre la feligresía de su Iglesia, que exige justicia mientras algunos “medios” afines al poder se apresuraron a intentar descalificar, como suelen hacerlo, a quien ya no se puede defender.
El ambiente en Veracruz está enrarecido. Los ánimos, caldeados. A los actores políticos hay que exigirles se comporten a la altura del compromiso que dicen querer asumir al buscar el voto de los ciudadanos. Y a las autoridades, que los obliguen a hacerlo. No hay más.

Twitter: @yeyocontreras


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