PARTIDOCRACIA ONANISTA

Hago una precisión, para empezar. No me importa si el “candigato Morris” gana o no las elecciones en Xalapa el 7 de julio. No soy propagandista ni amanuense de candidato o “candigato” alguno. Sólo observo y opino sobre hechos que me parecen relevantes sobre la vida pública de mi ciudad, mi estado y mi país.
Además, respeto tanto a los que rechazan “desperdiciar” su sufragio en el felino, como a los que están convencidos de que darle su voto es una legítima forma de protesta para expresar descontento y rechazo a las pobres propuestas de la clase política de todos, absolutamente todos, los partidos.
Esto viene a colación por la polarización que han causado las intenciones reales detrás de la “candigatura” de “Morris” en la ciudad de Xalapa. Los priistas acusando que es una campaña negra en su contra orquestada por el PAN. Los panistas, viceversa. Y las “buenas conciencias” de la “izquierda progresista” tachando de infantiles y estúpidos a quienes creen/creemos, que burlarse de los políticos reemplazándolos por un cuadrúpedo es una manera contundente y efectiva de hacerles saber que nos tienen hasta la madre.
Si los creadores de “Morris” responden o no a intereses políticos establecidos (ellos lo niegan rotundamente), es lo de menos. Fueron rebasados por esta suerte de estallido social virtual de desencanto hacia la política y los políticos tradicionales.
Es claro el mensaje de la gente hacia el status quo: no les creemos, no los queremos. “Morris”, a fin de cuentas, es sólo un medio, no un fin en sí mismo. Quienes prefieren ver en ello teorías de la conspiración lo único que hacen es intentar esconder la miseria de sus propuestas políticas, que por esa misma razón, no interesan a nadie. Porque las candidaturas testimoniales que con tanto fervor defiende el dizque “sector pensante” sirven para lo mismo que dicen que sirve votar por “Morris”.
El tema de fondo es que este estruendo ciudadano es, quizás de manera inconsciente, un grito de exigencia para que de una vez por todas se arrebate a la partidocracia el monopolio de la política electoral y emerjan las candidaturas ciudadanas como una figura legalmente reconocida para buscar acceder al poder. El sistema, tal como funciona actualmente, ya dio de sí. El desprestigio de partidos, políticos e instituciones ha llegado a un punto tan alto, que si no se abre una válvula de escape podría estallar de otra manera.
Eso es lo valioso detrás del “candigato” y el movimiento en torno suyo. Lo demás, es mero onanismo de la partidocracia.

Twitter: @yeyocontreras


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