¿QUÉ VA A INFORMAR PEÑA NIETO?

Después de muchos días de titubeos, indecisiones y tanteos, el presidente Enrique Peña Nieto decidió que el mensaje por su primer informe de gobierno lo dará en la residencia oficial de Los Pinos el próximo lunes 2 de septiembre.
La efervescencia social que vive la ciudad de México por las protestas magisteriales de los últimos días echó para abajo la pretensión que había por restaurar el “Día del Presidente”, y que Peña Nieto acudiera a San Lázaro rodeado del boato de los “días de gloria” priistas para rendir su informe ante el Congreso de la Unión. La reposición de la ceremonia faraónica tendrá que esperar mejores tiempos.
El tema es que de pronto, el Presidente ya no supo dónde emitir su mensaje ante el grupo de “notables” que serán invitados a escucharlo. La idea de hacerlo en el Campo Marte, el corazón militar del país, fue desechada, quizás porque con ese escenario como telón de fondo se transmitiría una imagen demasiado belicosa que sería tomada a mal en un momento en el que se busca sacar las reformas estructurales que interesan a este régimen.
Palacio Nacional, que también le gusta al Presidente como marco para sus actos protocolarios, igualmente se descartó, al ser un punto demasiado vulnerable y blanco fácil para que llegaran hasta su puerta misma las protestas.
Así que salomónicamente se optó por hacerlo en Los Pinos, donde el acceso está controlado por el Estado Mayor Presidencial. Se evitó un conflicto mayor, pero a un costo de imagen muy alto para Enrique Peña Nieto, quien quedó ante la opinión pública como un mandatario indeciso y apabullado por las circunstancias.
Y precisamente habría que cuestionarse cómo se van a manejar dichas circunstancias en lo que se va a informar. El primer año de Peña Nieto ha transcurrido sin ninguna obra de gran relevancia, sin ningún anuncio que pueda considerarse de trascendencia histórica.
Quizás lo más destacable de este primer tramo haya sido la aprehensión de Elba Esther Gordillo, junto con la captura y/o ejecución de algunos capos del narcotráfico, y la aprobación de las reformas al artículo 3 constitucional, cuya discusión para su reglamentación tiene paralizada en este momento a la capital del país.
Pero fuera de ello, el Presidente tiene poco qué presumir. La violencia en el país no ha cesado, sólo se ha acallado en los medios. La economía está en franca recesión y las perspectivas de crecimiento tuvieron que ser reducidas drásticamente. Se habla de una fuga de capitales de niveles alarmantes. De la Cruzada contra el Hambre sólo se sabe que la patrocina una refresquera transnacional. La política se ha reducido a “maicear” a los líderes opositores para que “no hagan olas”. Electoralmente, las entidades están atrapadas en los 80.
No se ve un rumbo claro y todo se le apuesta a la aprobación de reformas como la energética, cuyos efectos reales serían palpables, si acaso, dentro de diez o 15 años.
¿Que es muy poco tiempo para hacer transformaciones de fondo en el país? Sin dudarlo. Pero la expectativa que vendió en campaña Enrique Peña Nieto fue la de un cambio de raíz en México. Del retorno de los que “sí saben hacer las cosas”.
Hasta ahora, no lo han demostrado.


Twitter: @yeyocontreras

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